lunes, 15 de agosto de 2011

EL TIEMPO ES UN TESORO VALIOSO

El tiempo es un tesoro valioso..
 
pero sólo es efectivamente utilizado cuando viene junto con el propósito.
Si no tengo mi misión clara, utilizaré el tiempo de forma incorrecta. Gran parte del día pasará resolviendo situaciones urgentes, o simplemente satisfaciendo diversos placeres.
Cuando tengo en mente mi propósito, no tengo tiempo a perder. Cada segundo se vuelve valioso, pues hace que el propósito se acerque más y más de su cumplimiento total. Todo mi día pasa a girar alrededor de este propósito, de forma que voy a sentir la belleza total de una vida digna.

UN CREDO HERMOSO...

Un Credo hermoso

Creemos en Dios Padre, que nos muestra en la historia los signos de estos tiempos y en la providencia de cada presente nos regala senderos y sueños.

Creemos en Jesucristo, Señor de todos y único Maestro. Su Pascua ilumina el camino. Su Resurrección es nuestro mañana, nuestra más firme esperanza.

Creemos en el Espíritu, que surca plenamente la historia. Su presencia en el mundo sigue viva y activa. Impulsa nuevas búsquedas y formas, nuevas miradas y lenguajes, construye puentes de comunión en medio de los fragmentos.

Creemos en la Iglesia, comunidad viva que necesita de los hombres para que el Evangelio permanezca latiendo por siempre en medio de las generaciones.

Creemos en María, Madre universal y Virgen sin mancha, que disipa toda sombra con su luz y vence todo mal con su misericordioso poder.

Creemos en el hombre, llamado a nacer siempre de nuevo para la fiesta de la vida, convocado a ser pleno y feliz.

Creemos que el mundo y la historia están definitivamente redimidos por la Sangre de la Cruz y que sus destinos se encuentran en permanente transformación.

Sabemos que hay que trabajar desde el interior de este nuevo milenio para transformarnos en artesanos del corazón humano.

Sabemos que la esperanza prospera a partir de pequeños logros. Sólo así el milagro de Dios sigue creciendo en nuestro frágil barro.

Creemos que todo será mejor y que cada uno en su medida contribuye para eso.

Creemos en un país donde los más pobres y vulnerables vivan los derechos de todos como sus propios derechos.

Creemos en todo lo que Argentina está llamada a ser. Creemos en una Latinoamérica fraternalmente unida desde el crisol de sus diferencias.

Creemos, a pesar de todo, y creemos, en virtud de todo, porque experimentamos que creer nos hace más libres que no hacerlo.

Creemos porque la vida nos impulsa a seguir haciéndolo ya que es un regalo inmenso e inmerecido y el tiempo se nos ha confiado para encontrarnos.

Sabemos que nuestro siglo XXI es un siglo que busca su propia interioridad. Nuestra responsabilidad es mejorarlo, hacer descubrir el lado humano de Dios.

Todas nuestras obras salieron de Tus manos. Así creemos Señor en Ti. Así esperamos. Así también amamos.

Amén.
Autor: Padre Juan José Ribone(1959-2009)
Córdoba - Argentina

REFLEXIÓN MARIANA

Reflexión Mariana

Vayamos a María con todos nuestros pecados y miserias, que Ella sabrá convertirnos de pecadores en santos, puesto que María todo lo puede por gracia de Dios, y los más grandes pecadores se pueden convertir en grandes santos si acuden a su auxilio. No desesperemos nunca. Aunque estemos con un pie en el Infierno y parezca que ya no tenemos salvación y estamos perdidos para siempre, todavía queda una esperanza: María Santísima. Si la invocamos, los demonios huirán al fondo del abismo y nos dejarán tranquilos y en paz y podremos hacer una sincera confesión y seremos envueltos por la Misericordia de Dios, y así no solo nos salvaremos sino que llegaremos a ser grandes santos y apóstoles de Dios y de la Virgen.


 

MARÍA HA SUBIDO AL CIELO EN CUERPO Y ALMA

Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
María ha subido al cielo en cuerpo y alma
Ahí nos espera; en ninguna otra parte, con los brazos abiertos para abrirnos la puerta de la gloria.
 
María ha subido al cielo en cuerpo y alma
El triunfo de María es también el triunfo de sus hijos. María ha subido al cielo en cuerpo y alma para decirnos que un día estaremos con Ella, de manera semejante. Ahí nos espera; en ninguna otra parte, con los brazos abiertos para abrirnos la puerta de la gloria.

La mujer que podemos definir como Amor vivió en este mundo sólo amando: amando a Dios, a su Hijo Jesús desde que lo llevaba en su seno hasta que lo tuvo en brazos desclavado de la cruz. Amó a su querido esposo san José, y amó a todos y cada uno de sus hijos desde que Jesús la proclamó madre de todos ellos.

Desde su asunción a los cielos ha seguido amando durante dos mil años a Dios y a los hombres: Es un amor muy largo y profundo. Y apenas ha comenzado la eternidad de su amor.

Dentro de ese océano de ternura que es el Corazón de María estamos tú y yo para alegrarnos infinitamente. Desde el cielo una Madre nos ama con singular predilección. La fe en este amor debe llenar nuestra vida de alegría, de paz y de esperanza.

Dios adelantó el reloj de la eternidad para que María pudiese inaugurar con su hijo nuestra eternidad. Mientras nosotros esperamos, Ella goza de Dios con su cuerpo inmaculado, el que fue cuna de Jesús durante nueve meses.

El cuerpo en el que Dios habitó es digno de todo respeto. Está eternizado en el cielo, incorrupto, feliz como estará un día el nuestro. El cuerpo que vivirá eternamente en el cielo es digno de todo respeto. No se debe degradar lo que será tan dignamente tratado. Pasará por la corrupción, pero sólo para resucitar en nueva espiga y nuevo cuerpo inmortal, incorrupto, puro y santo.

"Voy a prepararos un lugar": Así hablaba Jesús a los apóstoles con emoción contenida. Personalmente se encargaría de tener listo ese lugar. Pero sabemos quién le ayudaría cariñosamente a preparar dicho lugar: María Santísima. Ella le ayudó -y de qué manera tan eficaz- en sus primeros pasos a la Iglesia militante. Ella sigue ayudando con su amorosa intercesión a la Iglesia purgante y, de manera muy particular, a preparar la definitiva estancia a la Iglesia triunfante.

Podremos estar seguros de ver un ramo de flores con una tarjeta y nuestro nombre: Hijo, hija, cuánto me costaste. Pero ya estás aquí. También habrá un crucifijo con esta leyenda: “Te amé y me entregué a la muerte por ti”. Jesús. Habrá un ramo de almendro florido colocado por Jesús de parte de María.

El premio de los justos es el cielo, la felicidad eterna. Poco lo pensamos. Mucho lo ponemos en peligro. “Alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en el cielo”. Sabremos entonces por qué decía Jesús estas solemnes palabras, cuando veamos con los ojos extasiados lo que ha preparado Dios a sus hijos. Si les dio su sangre y su vida, ¿no les iba a dar el cielo?

Pero aquí andamos distraídos, perdidos, olvidados, comiendo los frutos agraces del pecado que pudre la sangre y envenena el alma. Cuantas veces emprendimos el camino del infierno. Tantas otras una mano cariñosa y firme nos hizo volver al camino del cielo. Pensamos en todo menos en los mejor y lo más hermoso. ¡Pobres ignorantes, ingratos, desconsiderados!


El cielo es cielo por Dios y María. Al fin nos encontraremos cara a cara con los dos más grandes amores de nuestra vida. Entonces sabremos lo que es estar locamente enamorados y para siempre de las personas más dignas de ser amadas. Enamorados de Dios, en un éxtasis eterno de amor: amados por el Amor Infinito, la Bondad Infinita. Ahí comprenderemos los misterios del amor aquí muy poco comprendidos. Volveremos a Belén a amar infinitamente, eternamente a aquel Dios hecho niño por nosotros. Volveremos a la fuente de Nazareth donde Jesús llenó el cántaro de María tantas veces. Volveremos al Cenáculo a quedar de rodillas y extasiados ante la institución de la Eucaristía, y comprenderemos las palabras del evangelista Juan: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.

Volveremos al Calvario y querremos quedarnos allí mucho, mucho tiempo, siglos para contemplar con el corazón en llamas el amor más grande, la ternura más delicada, y comprenderemos cada uno lo que Pablo decía: “Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo”. Pediremos permiso de bajar a la tierra para visitar los Santos lugares no como turistas sino como locamente enamorados.

Al cielo subió la Puerta del cielo. Sueño en ese momento en que tocaré a la puerta. Y saldrá a abrirme con los brazos abiertos y una sonrisa celestial María Santísima. Tendré que sostenerme para no morir otra vez, pero de puro gozo al ver sus ojos de cielo, su rostro bellísimo, su amor increíble pero real.

María es la mujer más triunfadora. La humilde esclava del Señor ha logrado lo que ninguna mujer famosa ha conseguido. Eligió como meta cumplir la voluntad de Dios; como motivación el amor. El Premio: La Asunción los cielos en cuerpo y alma. Así nos enseña de forma contundente la mejor forma de vivir.


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  • P. Mariano de Blas LC
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