lunes, 4 de junio de 2012

UN DIOS PREGUNTA

Un Dios pregunta...
Autor: Gloria Fuertes

        


¿Dónde está Dios?... Se ve, o no se ve.

        Si te tienen que decir dónde está Dios, Dios se marcha.
        De nada vale que te diga, que vive en tu garganta.
        Que Dios está en las flores y en los granos,
        en los pájaros y en las llagas, en lo feo, en lo triste, en el aire y en el agua.

        Dios está en el mar y, a veces, en el templo;
        Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa,
        en la madre que pare y en la garrapata,
        en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca.
        Dios está en la mina y en la plaza.

        Es verdad que Dios está en todas partes,
        pero hay que verle, sin preguntar
        que dónde está, como si fuera mineral o planta.
        Quédate en silencio, mírate la cara.
        El misterio de que veas y sientas, ¿no basta?
        Pasa un niño cantando, tú le amas: ahí está Dios.

        Le tienes en la lengua cuando cantas,
        en la voz cuando blasfemas,
        y cuando preguntas que dónde está,
        esa curiosidad es Dios, que camina por tu sangre amarga.
        En los ojos le tienes cuando ríes,
        en las venas cuando amas.
 
Ahí está Dios, en ti; pero tienes que verle tú.
        De nada vale quién te le señale, quien te diga que está en la ermita, de nada.

        Has de sentirle tú,
        trepando, arañando, limpiando, las paredes de tu casa.
        De nada vale que te diga que está en las manos de todo el que trabaja; que se va de las manos del guerrero, aunque éste comulgue o practique cualquier religión, dogma o rama.

        Huye de las manos del que reza, y no ama;del que va a misa, y no enciende a los pobres una vela de esperanza. Suele estar en el suburbio a altas horas de la madrugada, en el Hospital, y en la casa enrejada.

        Dios está en eso tan sin nombre que te sucede cuando algo te encanta. Pero, de nada vale que te diga que Dios está en cada ser que pasa.

        Si te angustia ese hombre que se compra alpargatas,
        si te inquieta la vida del que sube y no baja,
        si te olvidas de ti y de aquéllos, y te empeñas en nada,
        si sin porqué una angustia se te enquista en la entraña,
        si amaneces un día silbando a la mañana
        y sonríes a todos y a todos das las gracias,
        Dios está en ti, debajo mismo de tu corbata.

Inclinarte para poder refrescarte


 Inclinarte para poder refrescarte

        Cuentan que un hombre muy rico y orgulloso quería saber que debía hacer  para poder encontrar a Dios. Preguntó a un hombre muy sabio que vivía en  las afueras del pueblo y éste le llevó a la montaña, y no le dejó beber  agua en dos días. Luego le llevó a una naciente en el suelo donde nacía el  río que abastecía a todo el pueblo.

         El sabio le dijo:

         - "Sabes que debes beber agua para sobrevivir ¿Cómo tomarías de esta agua  en este momento?"

         El hombre se arrodillo y bajando su cabeza bebió del agua que brotaba del  suelo. El hombre sabio le dijo:

         - "Es exactamente lo que debes hacer para encontrar a Dios. Dejar de la  lado tu orgullo, reconocer tu necesidad de agua, o sea Dios, arrodillarte  e incluso humillarte hasta llegar al suelo. Era la única forma de beber el  agua que te salvaría, así mismo para salvar tu alma debes humillarte,  reconocer que sin Dios no tienes salvación y humillarte...tu
         recompensa...será poder beber del agua que salvará tu vida."

Nardo del 4 de Junio: ¡Oh Sagrado Corazón, cuan manso y humilde sos!


Nardo del 4 de Junio:
¡Oh Sagrado Corazón, cuan manso y humilde sos!

Meditación: ¡Ay! de nosotros los hombres, todos queremos ser SEÑORES, si, con mayúsculas…no queremos ser pequeños, debemos competir, ser los mejores, hinchar nuestro corazón de orgullo, llenarnos de vanidad. Ser manso…eso es de débiles, de aquellos que poco saben, que no poseen imagen. Pero a pesar de eso, sabes Señor, te lo digo al oído, con vergüenza: "Yo soy cristiano, he sido bautizado…".
¡Oh! mi Dulce Señor, cuanto te he profanado si estoy lleno de estos pensamientos mundanos. Tú, el Corazón más humilde y el más sublime, el más manso, el Todopoderoso. Tú nuestro Dios hermoso, mi Dulce Esposo. Me olvidé de Tu Imagen, por ser yo la imagen de un dios pagano, de aquel que produce el escarnio de lo que Tú en mi pusiste de santo. ¡Perdóname Señor!.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Ofrezcamos una jornada de silencio, comparando la vida de Jesús con la nuestra.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZON DE JESÚS



Oración de Consagración Personal al 
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Señor Jesús, Tú que has venido a inflamar de fuego la tierra, yo me abandono ahora a la voluntad del Padre dentro del soplo del Espíritu Santo.

Purifica mi corazón, abrásalo de amor y de caridad.

Haz crecer en mí el deseo de la santidad.

Por el corazón Inmaculado de María, Yo ......, me consagro completamente a Tú Corazón para amarte y servirte. Amen.

DESCUBRIR A CRISTO COMO AMIGO

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Descubrir a Cristo como Amigo
Su presencia suaviza las penas, enciende alegrías, da fortaleza para afrontar una vida llena de sorpresas y de pruebas.
 
Descubrir a Cristo como Amigo
Tal vez lo hemos leído muchas veces: Jesús no quiere llamarnos siervos. Su deseo consiste en que seamos y vivamos como amigos (cf. Jn 15,14-15).

La vida, sin embargo, nos arrastra con mil problemas, mil angustias, mil miedos, mil placeres que llegan y que pasan. Estamos más preocupados por el trabajo o por la pintura del techo que por lo que le ocurre a nuestro Amigo.

Jesús, sin embargo, mantiene su mano tendida, su Corazón abierto, su mirada llena de cariño. Sabemos que nos espera, con una presencia humilde y acogedora, en la Eucaristía. Sabemos que anhela perdonarnos en el encuentro de la misericordia que se produce en cada confesión bien hecha.

Si dejamos un poco de espacio a su amor de Amigo, si le abrimos, aunque sea una simple rendija, la puerta del alma, entrará con gusto. Así podremos cenar juntos (cf. Ap 3,20).

Es entonces cuando descubriremos que su presencia suaviza las penas, enciende alegrías, da fortaleza para afrontar una vida llena de sorpresas y de pruebas.

Tener a Cristo cerca cambia completamente la existencia humana. El mundo adquiere un color distinto. El que es verdadero amigo del Amigo eterno entiende pronto que hemos nacido para Él, y que nuestro corazón, como el de san Agustín y el de tantos santos del pasado y del presente, sólo podrá estar tranquilo y sereno cuando lo encontremos.

Uno de los amigos de Jesús, Robert Benson, escribió, hace ya muchos años, unas líneas poéticas que reflejan lo que significa encontrarse con el Señor, en la intimidad alegre del amor verdadero. Llevan como título Así es mi amigo.

Te diré cómo le conocí:
había oído hablar mucho de Él, pero no hice caso.
Me cubría constantemente de atenciones y regalos, pero nunca le di las gracias.
Parecía desear mi amistad, y yo me mostraba indiferente.
Me sentía desamparado, infeliz, hambriento y en peligro, y Él me ofrecía refugio, consuelo, apoyo y serenidad; pero yo seguía siendo ingrato.
Por fin, se cruzó en mi camino y, con lágrimas en los ojos, me suplicó:
ven y mora conmigo.
Te diré cómo me trata ahora: satisface todos mis deseos.
Me concede más de lo que me atrevo a pedir.
Se anticipa a mis necesidades.
Me ruega que le pida más.
Nunca me reprocha mis locuras pasadas.
Te diré ahora lo que pienso de Él:
es tan bueno como grande.
Su amor es tan ardiente como verdadero.
Es tan pródigo en Sus promesas como fiel en cumplirlas.
Tan celoso de mi amor como merecedor de él.
Soy su deudor en todo, y me invita a que le llame amigo
.

(Robert Benson, "La amistad de Cristo").


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