lunes, 22 de abril de 2013

EL CORAZÓN HUMANO DE MARÍA

El Corazón humano de María

María no solamente ha sido el más grande ejemplo de Fe, sino el modelo más perfecto del amor humano.

San Lucas hace dos referencias al corazón de la Santísima Virgen que llaman poderosamente la atención. La primera nos describe a los pastores quienes, convocados por un ángel del Señor encontraron a la Sagrada Familia. "...reconocieron las cosas que les habían sido anunciadas sobre este niño. Y todo los que lo oyeron se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho. María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón." (Lc 2, 19) En el mismo capítulo dos del evangelista, tras el episodio del niño perdido y hayado en el Templo, encontramos una segunda y muy similar referencia: "...Y su madre guardaba estas cosas en su corazón." (Lc 2, 51) 

La madre del salvador guardaba estas cosas en su corazón. A la luz del Evangelio, valdría la pena preguntarnos si esas cosas de Dios que aprendemos en la Sagrada Escritura, en algún retiro espiritual o en la Eucaristía misma las estamos guardando en nuestro corazón. Pero además la dulcísima Madre de Cristo no solo las guardaba, sino que además las ponderaba. ¿Solo María era capaz, en su pureza y plenitud de Gracia ponderar y guardar las cosas de Dios en Su corazón?

Pensemos que la Virgen no solamente ha sido el más grande ejemplo de Fe al decir al Angel Gabriel "Hágase en mí según tu palabra", sino que la vemos como un modelo de amor humano. No es difícil imaginar a la Virgen Santa con el niño Dios en los brazos derramando amor y ternura, entregando su corazón plenamente a esa frágil criatura que es Dios mismo hecho hombre. Esa Madre amorosa que abrazaba al pequeño Niño es la misma que acogió en su regazo el cuerpo inerte del crucificado. 

El mismo corazón que se llenaba de gozo y pronunciaba "Mi alma glorifica al Señor..." es el que con el cuerpo exánime de Jesús en los brazos parecía escuchar "¿A dónde se fue tu Amado, oh la más hermosa de las mujeres? ¿A dónde se marchó el que tú quieres, y le buscaremos contigo?" (Cant V, 17) Ese corazón entregado enteramente a Dios, aún antes de la anunciación, es el mismo que gime y solloza al pie de la cruz. 

Ese mismo corazón en el que se guardaban las maravillas que ocurrían en torno al salvador es el que se remueve con fuerza de terremoto ante el sacrificio del Rey de Reyes. Y era un corazón humano el que daba tanto amor y sentía el más profundo de los dolores. Y ese corazón, el de María, era humano. Como el tuyo o como el mío.

Santa María no tuvo más corazón ni más vida que la de Jesús. Una vida y un corazón humanos pero de Jesús. ¿Podemos, acaso, tu y yo amar y entregarnos de igual manera? El corazón humano de María pudo hacerlo. Tú y yo tenemos su propio corazón como un escalón a la Puerta Santa que es Jesús. Con el ejemplo de la Santa Madre de Dios, no solo sabemos que podemos amar a Cristo, debemos amarle así porque la tenemos a Ella misma como intercesora.

Corazón generoso y tierno corazón como por naturaleza es el de toda mujer que es madre, el de María nos inspira profundamente. Y podríamos admirar a la Virgen por amar al Niño Dios, de igual manera que admiramos a cualquier madre que sostiene a su pequeño en los brazos. Pero el corazón de María ya era de Dios aún antes de la Anunciación. Había decidido reservar su corazón a Dios sin necesitar algún prodigio. En la Anunciación se consuma la previa entrega que ya se había realizado. ¿Cómo nos extraña entonces que haya podido pronunciar esas palabras que la han subido a la cúspide de la Fe "Hágase en mí según tu palabra"? Pensándolo con mayor hondura el corazón de María, sí es corazón humano, no solo era capaz de eso, sino de mucho más.

El corazón amoroso y entregado es, en su generosidad, un corazón fiel: Un corazón humano al pie de la cruz. Si con facilidad podíamos imaginar la ternura de la escena en el pesebre, con gran dificultad podemos apenas hacer un esbozo en la imaginación de la Santísima Virgen recibiendo de José de Arimatea el cuerpo ensangrentado de su hijo. ¿Cómo imaginar el dolor de una Madre que limpia, con mano trémula, la sangre de su hijo? Remueve en lo más profundo aún a nuestro propio y durísimo corazón el pensar en la mirada de María ante el rostro desfigurado y atrozmente golpeado de Jesucristo. Y su corazón dolido estaba ahí, fiel, al pie de la cruz. ¿Dónde está nuestra corazón? ¿Al pie de la cruz como el de la Santísima Virgen o escondido y alejado como el de los discípulos que abandonaron al Señor?

El corazón de María nos muestra todas las encontradas emociones que un corazón es capaz de sentir. Es el corazón de la Virgen uno tan grande y tan generoso, que es además nuestro propio refugio. Su corazón es, además de ejemplo y con dignidad sobresaliente para ser admirado, el consuelo para la aflicción. ¿Cuánto no comprenderás nuestros humanos dolores ella que enfrentó el dolor más profundo que se pueda experimentar?

Pero el corazón humano de nuestra Madre en Cristo no solo es un ejemplo de ternura amorosa o de abyecto dolor. María en su corazón es la Madre del buen consejo, y quien mejor nos puede enseñar a vivir el amor al prójimo. Poderoso corazón el de María, que puede convertir nuestro egoísmo y amor propio en caridad y amor a Dios. El corazón entregado de María debería enseñarlos a pedirle confiados a Dios: "Padre, mi corazón puede poco ¡Haz que te ame mas!"

Es a la Madre de Dios a quien hemos de acudir para pedirle que nos enseñe a amar más, a entregar más, a ser más justos, a rogarle que con su corazón dulcísimo nos proteja, nos enseñe, nos guíe.

El corazón humano de María. Humano. Como el tuyo y como el mío.

Fuente: Encuentra.com

EL EVANGELIO DE HOY - 22 ABRIL


Autor: P. Miguel Ángel Gómez | Fuente: Catholic.net
Yo soy la puerta de las ovejas
Juan 10, 1-10. Pascua. Entrar por la puerta de Cristo es encontrar la paz, la alegría, la serenidad, el gozo.
 
Yo soy la puerta de las ovejas
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10

En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Oración preparatoria

Dios mío, ayúdame a escucharte en este rato de oración, porque Tú me das vida, y en abundancia. Concédeme amarte más a Ti que a mí mismo, dame la gracia de saber entrar por la puerta que me señalas y que en definitiva seas Tú realmente el Señor de mi vida entera.

Petición

Jesús, que sepa reconocer tu voz. Y reconocerte en mis hermanos.

Meditación del Papa

El Evangelio de san Juan, en el capítulo décimo, nos describe los rasgos peculiares de la relación entre Cristo pastor y su rebaño, una relación tan íntima que nadie podrá jamás arrebatar las ovejas de su mano. De hecho, están unidas a él por un vínculo de amor y de conocimiento recíproco, que les garantiza el don inconmensurable de la vida eterna. Al mismo tiempo, el Evangelista presenta la actitud del rebaño hacia el buen Pastor, Cristo, con dos verbos específicos: escuchar y seguir. Estos términos designan las características fundamentales de quienes viven el seguimiento del Señor. Ante todo la escucha de su Palabra, de la que nace y se alimenta la fe. Sólo quien está atento a la voz del Señor es capaz de evaluar en su propia conciencia las decisiones correctas para obrar según Dios. De la escucha deriva, luego, el seguir a Jesús: se actúa como discípulos después de haber escuchado y acogido interiormente las enseñanzas del Maestro, para vivirlas cada día. (Benedicto XVI, 15 de mayo de 2011).

Reflexión

Pronunciar el nombre de Cristo, escucharle y reconocerle en nuestro interior, sólo nace de las almas que verdaderamente han hecho esa experiencia amorosa con Él. Una experiencia que no se reduce a un simple recitar de oraciones, o a un compromiso obligatorio dominical, sino que más bien se eleva a un contacto frecuente e íntimo con el Señor en la oración de todos los días, en el trabajo cotidiano, e incluso, en los sufrimientos que podamos padecer y ofrecer por amor a Él.

Las almas que buscan la verdadera fuente de la felicidad en Cristo, saben que solamente en su interior, donde Dios se hace paz, alegría, serenidad, gozo, se encuentra la verdadera e íntima amistad con Él. Son esas ovejas que entran por la puerta de la renuncia y del sacrificio, que escuchan el llamado personal del Buen Pastor, y que le siguen por los caminos por donde Él las lleva, siempre con la única finalidad y deseo de estar con Él delectándose con su dulce compañía.

Propósito

Renovar mi compromiso de meditar diariamente, para vivir de acuerdo a la Palabra de Dios.

Diálogo con Cristo

La parábola del Buen Pastor me permite recordar que Tú eres quien debe guiar mi vida. Buscas mi bien y por eso me invitas a entrar por la puerta de la fe, para que pueda realmente tener un encuentro personal contigo en la oración y mi vida sacramental. Ayúdame a nunca temer, que me atreva a abrir, entrar y recorrer el camino que me señalas, porque es el camino a la felicidad.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS - 22 ABRIL 2013

LOS  CINCO MINUTOS DE DIOS
 22 de abril de 2011

 Es ilusión planear mucho y no hacer nada; es reprobable no planear nada y no hacer nada; tampoco se puede aceptar el hacer algo sin antes haberlo planeado.

Quizá sea más prudente planear algo y luego realizar ese algo que se ha planeado; si planeas más de lo que puedes llegar a hacer, te sentirás decepcionado; si haces más de lo que planeas, podrás equivocarte y por ello sentirte humillado.

Vivir sin hacer nada, es no ser hombres; vivir haciendo las cosas sin planearlas, sin pensarlas, no es obrar conforme corresponde a un hombre; solamente el hombre que está lanzado a la acción, pero a una acción pensada y planeada, es el que obra racionalmente, como corresponde a todo hombre.

Vivir pensando solamente en esta vida, es tener muy cortas aspiraciones y visión muy limitada; vivir pensando también en el más allá, en el futuro, en la eternidad, es ser prudente y ser cristiano. No te contentes con ser hombre; trata de vivir como cristiano.

Os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, a que viváis como conviene que viváis, para agradar a Dios, según aprendisteis de nosotros y a que progreséis más"(Tes, 4, l). Dios nos dio a conocer su voluntad en cierto momento más decisivo de nuestra vida, que ciertamente recordaremos siempre; aprendimos a conocer a Dios; ahora debemos vivir en conformidad con aquel conocimiento y en un continuo progreso.


Extraído del Libro: "Los cinco Minutos de Dios"  de Alfonso Milagros
Meditaciones para cada día del año

EL BUEN PASTOR


EL BUEN PASTOR...

La parábola del Buen Pastor me permite recordar que Tú eres quien debe guiar mi vida. Buscas mi bien y por eso me invitas a entrar por la puerta de la fe, para que pueda realmente tener un encuentro personal contigo en la oración y mi vida sacramental. Ayúdame a nunca temer, que me atreva a abrir, entrar y recorrer el camino que me señalas, porque es el camino a la felicidad.

EL CULTO A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

El culto a la Santísima Virgen María


"María, elevada por la gracia de Dios por encima de todos los ángeles y de todos los hombres, como Madre de Dios Santísima, es honrada por la Iglesia con un culto especial, que difiere esencialmente del culto de adoración que se rinde al Verbo Encarnado, así como al Padre y al Espíritu Santo...Ese culto enteramente singular la Iglesia lo aprueba y favorece (Concilio Vaticano II).

EL CULTO EN GENERAL

Se llama culto a la reverencia que damos a Dios y a los Santos por el honor que merecen. El culto (debido a nuestra condición humana corporal), lleva al hombre a exteriorizar esa reverencia, que se manifiesta no sólo en actos interiores sino también en prácticas externas. La Iglesia señala oficialmente muchas prácticas de culto debido a Dios y a los Santos, aunque cada cristiano movido por su piedad, puede realizar algunos otros libre y espontáneamente.

-Clases de culto

Hay tres clases de culto, por razón de la distinta dignidad de aquellos a quienes se ordena nuestra reverencia:

a) De latría o de adoración, que es debido sólo a Dios, como soberano Señor y por su infinita excelencia.

b) De dulía o de veneración, que es debido a los ángeles y a los santos por la excelencia de sus virtudes. Al honrar a los Santos estamos honrando a Dios, puesto que Él se manifiesta en ellos y por ellos somos atraídos hacia Él.

c) Por último, el culto de hiperdulía o de veneración suprema, que es el culto debido a la Santísima Vírgen en razón de su eminente dignidad de ser la Madre de Dios.

EL CULTO A SANTA MARIA

Si la Vírgen María es la Madre de Dios y Madre nuestra, si es nuestra Intercesora y Mediadora ante la Trinidad Beatísima, es muy justo y propio de hijos, agradecidos que le correspondamos con un entrañable amor, que se manifestará en un culto de especial veneración como merece la Reina del cielo.

-Elementos integrantes del culto mariano

Se consideran elementos integrantes del culto a María los siguientes:

a) Veneración. Es el reconocimiento de la excelencia de la Madre de Dios, fundamento del culto mariano, que lleva a la piedad filial como Madre nuestra que es.

b) Amor. Que se desprende del conocimiento íntimo de lo que es María y de lo que Ella supone en la vida cristiana de cada hombre. Ella es la Madre amable, la Madre del Amor Hermoso. No se puede amar a Cristo sin amar, en Él y por Él, a quien lo hizo nuestro hermano.

c) Invocación. Como es Ella la Madre de misericordia, el pueblo cristiano ha tenido siempre la firme y fundada persuasión del valimiento universal como celestial intercesora.

d) Imitación. Imitar a María lleva consigo, por su influjo maternal, una configuración con su Hijo Jesucristo.

BREVE EXPOSICION HISTORICA DEL CULTO A MARIA

Una breve exposición histórica del culto a María dará una mayor visión de la gran incidencia que la veneración a María ha tenido en el Pueblo cristiano.

-En la Sagrada Escritura

a) El primer momento de veneración a María lo registra San Lucas. Es del Arcángel Gabriel cuando la saluda con reverencia diciéndole: "Dios te salve, María, llena eres de gracia" (Lucas 1,28).

b) Más adelante, Santa Isabel alaba a María cuando exclama: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a visitarme?" (Lucas 1,42 ss).

c) La misma Vírgen María profetiza, llena de humildad y de gozo: "He aquí que me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque el Todopoderoso ha hecho maravillas en mí" (Lucas 1,47).

d) Luego, años más tarde, cuando Jesús hablaba, inesperadamente una mujer del pueblo grita con toda su alma: "¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron!" (Lucas 11,27).

e) Después de la Ascensión del Señor a los cielos, los Apóstoles perseveraban en unión con María, la Madre de Jesús (Hechos 1,4).

EN EL CULTO DE LA IGLESIA

a) Durante los tres primeros siglos, ante la imposibilidad de un culto externo y público (debido a las persecuciones), los cristianos veneran a María en las pinturas que se plasman en los murales de las catacumbas. Con la paz constantiniana (en el siglo IV), que permite el culto público, y con el Concilio de Éfeso (en el siglo V), que define la divina Maternidad, el culto mariano se extiende y propaga por todas partes.

b) Desde el siglo IV y hasta nuestros días se construyen Iglesias dedicadas a la Santísima Vírgen, Basílicas, Santuarios y ermitas esparcidos por toda la tierra, como lugares de especial encuentro con María, la Señora del dulce Nombre.

c) Hace muchos siglos en la Iglesia se reza o se canta el Oficio divino en honor a María y, en todo el mundo, se celebran Misas para honrarla.

d) De las oraciones litúrgicas que existen para alabarla e invocar su protección y auxilio maternales son tan abundantes que, sería interminable su enumeración.

e) En el Calendario litúrgico, tanto universal como particular de países o regiones, existen muchas celebraciones de fiestas marianas, tales como la de la Maternidad, la Anunciación, la Asunción, la Natividad, la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de Fátima, de Lourdes, del Carmen y la Solemnidad de Santa María de Guadalupe, etc.

-Las Plegarias marianas-

a) La más antigua de las oraciones marianas es la siguiente: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, oh Vírgen gloriosa y bendita".

b) La plegaria más universal y conocida en todo el mundo es, sin lugar a dudas, el Avemaría, iniciada en la liturgia oriental hacia el siglo V y definitivamente fijada, como la conocemos hoy, en el siglo XVI. El Acordaos, cuya inspiración se atribuye a San Bernardo. La Salve, que proviene del siglo XI. El Angelus, que surge hacia el siglo XIII y en el XVI adquiere su forma definitiva, etc.

c) Los Himnos en honor de María, como el "Stabat Mater", "Ave María Stella", "Alma Redemptoris Mater", etc.

d) La oración más difundida y más recomendada por los Sumos Pontífices es el Santo Rosario. Su origen y estructura se remonta a las 150 Avemarías que los fieles decían a imitación de los 150 Salmos que los monjes y clérigos recitaban en el Oficio divino. Más tarde Santo Domingo de Guzmán, por especial revelación (en el siglo XIII), le dio un notable impulso y difusión. Desde entonces la Iglesia no ha dejado de recomendarlo encarecidamente a todos sus hijos.

En el rezo del Rosario se incluyen las Letanías Lauretanas, cuya composición fue progresiva. Se iniciaron desde los primeros siglos, y se cantaban en el Santuario de Nuestra Señora de Loreto: de ahí su nombre. El Papa Clemente VIII (año de 1601) decretó que se incluyeran en el rezo del Santo Rosario.

e) Las prácticas de piedad

Finalmente, las prácticas de piedad surgidas en la Iglesia (de todo el Pueblo de Dios) como manifestación espontánea del culto a la Santísima Vírgen, son innumerables.

Fuente: Legión de María,  Hermosillo

¿SOY CIUDADANO DEL REINO DE DIOS?

Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
¿Soy ciudadano del Reino de Dios?
En la Iglesia Católica nacimos por el Bautismo para el Reino. En la Iglesia vivimos y en la Iglesia queremos morir.
 
¿Soy ciudadano del Reino de Dios?


Jesús empezó la proclamación del Evangelio, apenas salido del Jordán, clamando por todos los poblados de Galilea:

- ¡El Reino de Dios ha llegado! ¡El Reino de Dios está ya presente!...

Está presente, decía Jesús ya en su tiempo. Cuánto más lo diría ahora.

Pero falta mucho todavía para el fin. Así lo entendió aquel príncipe ruso. Era diplomático al servicio del zar, y al morir éste fusilado con toda su familia cuando llegó el comunismo, el fiel servidor del rey fue detenido y sometido a juicio.
- ¿Da usted el voto al comunismo, renunciando a su difunto rey?
Fiel servidor del rey y más fiel servidor de Dios, el digno diplomático contestó ante el tribunal revolucionario:
- No; mi voto es solamente para el reinado de Dios en la Tierra.

Condenado y desterrado, murió como sacerdote de la Iglesia Católica. Aún antes de abrazar el catolicismo, cuando oía pronunciar el nombre del Papa se ponía en pie y hacía una reverencia. Para este mártir de su pueblo ruso, el Reino de Dios estaba confiado a la Iglesia Católica, puesta por Jesucristo en manos de Pedro como Vicario suyo, como lo presenta, progresivamente, el mismo Evangelio.

Cuando nota Jesús que el ambiente está maduro entre los apóstoles, le hace a Simón Pedro una promesa solemne:
- Tú eres Pedro, tú eres roca, y sobre esta Roca edificaré yo mi Iglesia.

Antes de morir, sabiendo que todos se van a dispersar y que iba a fallar hasta el mismo Pedro, le encarga Jesús:
- Cuando regreses después de tu caída, confirma tú en la fe a tus hermanos.

Y una vez resucitado, Jesús cumple la promesa a Pedro, y le encarga:
- Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.

Al final, dice Jesús que volverá glorioso como Rey para juzgar al mundo, y a la Iglesia la meterá en el Reino definitivo de Dios:
- ¡Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino que os está preparado desde el principio del mundo!

Pablo comentará como colofón de todo:
- Cristo entregará el Reino al Padre, para ser Dios todo en todas las cosas.

Y la Iglesia confiesa, conforme a la palabra del Señor, que su Reino no tendrá fin.

Como podemos entender, esta visión del Reino y de la Iglesia es imponente.

Estamos ya en este Reino, aunque todavía no se ha consumado, pues la victoria final no llegará hasta que el mundo termine. Ahora la Iglesia, anunciadora y portadora del Reino, tiene que sufrir las consecuencias de un mundo convulsionado por el pecado, y ha de aguantar persecución, porque el Reino de los cielos padece violencia, y solamente los esforzados se hacen con él.

Al llegar el Reino, esperado por los judíos de modo espectacular, Jesús aparece humilde, se ve rechazado hasta parar en la cruz, y les dice a los que querían un Reino glorioso:
- El Reino de Dios no viene espectacularmente, sino que está dentro de vosotros.

La Iglesia, sabiendo que encarna el Reino, sigue los mismos pasos del Señor. Cuando se ve perseguida, cuando anuncia la Buena Noticia a los pobres, cuando se derrama en mil obras de caridad, cuando camina en humildad y sencillez, cuando hace los prodigios de amor que Jesús..., entonces está cumpliendo su misión de establecer, consolidar y llevar adelante el Reino.

Pero nosotros no miramos el Reino solamente de un modo global --a nivel de toda la Iglesia--, sino de manera personal, individual, dentro de mí, de mi propia persona. Cada uno de nosotros se dice con plena convicción:
- Yo tengo la ciudadanía del Reino, vivo conforme acredita esta mi cédula de identidad, y crezco, crezco siempre en la gracia y la santidad del Reino, hasta que me llegue el momento de recibir el premio que el Rey me tiene prometido.

Porque Jesucristo cumple su palabra, tiene riquezas y las da. No hace como aquel rey persa de la antigüedad, que, en guerra contra su hermano, promete a sus soldados:
- Después de la victoria os repartiré riquezas sin cuento. Mi preocupación no es que no voy a tener que dar, sino que no voy a contar suficientes amigos para repartir tanto como voy a tener. Además, a cada uno de los griegos que lucháis por mí, os daré una corona de oro.

¡Qué bonitas palabras! Aquel rey fue derrotado, murió en la batalla, las riquezas prometidas no aparecieron por ninguna parte, y la corona de oro no se vio jamás...

Jesucristo, sí; Jesucristo promete y da. Lo que le faltan al Rey Jesús son más seguidores incondicionales a quienes dar después el Cielo, que será el Reino en su consumación final.

En la Iglesia Católica nacimos por el Bautismo para el Reino. En la Iglesia vivimos y en la Iglesia queremos morir. En la tierra estamos dentro del Reino que lucha, y nosotros no rehuimos formar parte en la batalla. Después estaremos en el Reino triunfante....




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