viernes, 25 de octubre de 2013

ACTO DE CONFIANZA EN EL CORAZÓN DE JESÚS


ACTO DE CONFIANZA EN EL CORAZÓN DE JESÚS 

Oh, Corazón de Jesús, Dios y Hombre verdadero, delicia de los Santos, refugio de los pecadores y esperanza de los que en Ti confían; Tú nos dices amablemente: Vengan a Mí; y nos repites las palabras que dijiste al paralítico: Confía, hijo mío, tus pecados te son perdonados, y a la mujer enferma: Confía, hija, tu fe te ha salvado, y a los Apóstoles: Confíen, Yo Soy, no teman.

Animado con estas palabras acudo a Ti con el corazón lleno de confianza, para decirte sinceramente y desde lo más íntimo de mi alma: Corazón de Jesús en Ti confío.

Sí, Corazón de mi amable Jesús, confío y confiaré siempre en tu bondad; y, por el Corazón de tu Madre, te pido que no desfallezca nunca esta confianza en Ti, a pesar de todas las contrariedades y de todas las pruebas que Tú quisieras enviarme, para que habiendo sido mi consuelo en vida, seas mi refugio en la hora de la muerte y mi gloria por toda la eternidad. Amén.

VENCIDO POR EL MIEDO


Vencido por el miedo 

En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto. Siempre que hacía prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía entonces... "Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa". 

Todos elegían ser muertos por los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo sirvió al rey se dirigió al soberano y le dijo:

—"Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?"

Y le responde el rey:

—"Dime soldado". 

—"¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?". 

—"Ve y mira tú mismo", respondió el rey. 

El soldado entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente... y, finalmente, descubrió sorprendido que la puerta se abrió sobre un camino que conducía a la libertad.

El soldado admirado sólo miro a su rey que le decía: 

—"Yo daba a ellos la elección, pero preferían morir que ariesgasrse a abrir esta puerta". 

¿Cuántas puertas dejamos de abrir por el miedo de arriesgarnos?. 
¿Cuántas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños?

AMAR LA VIDA


AMAR LA VIDA


Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una base militar, y en el aeropuerto lo recibió un soldado llamado Ralph. 
Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Ralph se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar a una anciana con su maleta; luego para cargar a dos pequeños a fin de que pudieran ver a Santa Claus, y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una sonrisa en el rostro.
"¿Dónde aprendió a comportarse así?", le preguntó el profesor. "En la guerra", contestó Ralph.

Entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allá su misión había sido limpiar campos minados. Durante ese tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura.

"Me acostumbré a vivir paso a paso" -explicó. "Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo.
Me parecía que cada paso era toda una vida".

Nadie puede saber lo que habrá de suceder mañana. Qué triste sería el mundo si lo supiéramos. Toda la emoción de vivir se perdería, nuestra vida sería como una película que ya vimos.

Ninguna sorpresa, ninguna emoción. Pienso que lo que se requiere es ver la vida como lo que es: una gran aventura.

Al final, no importará quién ha acumulado más riqueza ni quién ha llegado más lejos. Lo único que importará es quién lo disfrutó más.

Ama más quien más ha servido, porque aprecia su vida y la de los demás.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


ORACIÓN  AL ESPÍRITU SANTO 

Sopla sobre mí, Espíritu Santo, 
para que todos mis pensamientos sean santos.

Actúa en mi, Espíritu Santo, 
para que también mi trabajo sea santo.

Induce mi corazón, Espíritu Santo, 
para que ame solamente a aquello que es santo.

Fortaléceme, Espíritu Santo, 
para defender todo lo que es santo.

Guárdame, Espíritu Santo, 
para que yo siempre sea santo.

Amén

EL EVANGELIO DE HOY: 25.10.2013

Autor: P. Luis Gralla | Fuente: Catholic.net
Los signos de los tiempos
Lucas 12, 54-59. Tiempo Ordinario. ¿Somos capaces de leerlos, de discernir lo esencial de lo accidental?
 
Los signos de los tiempos
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.

Oración introductoria

Padre, te pedimos que al escuchar tus palabras, nos des la gracia que nos permite esperar y encaminarnos llenos de confianza a Tu encuentro, como Juez, como nuestro "abogado".

Petición

Jesús, te pedimos que nos des la gracia de ser capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental y de conocer la solidez de Tu doctrina y ponerla en práctica.

Meditación del Papa Francisco

Se recuerda que Dios ha concedido unos dones, que se han de emplear y multiplicar, pues a su regreso preguntará cómo se han utilizado. Queridos jóvenes, ¿han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado cómo ponerlos al servicio de los demás? ¡No entierren estos talentos! La vida no se tiene para guardarla para uno mismo, se tiene para entregarla. En la parábola del juicio final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados. No se conoce ni el día ni la hora del regreso de Cristo; lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos; se trata de ser vigilantes para no dormirnos: no queremos cristianos dormidos; ser vigilantes, para no olvidarnos de Dios, (S.S. Francisco, 24 de abril de 2013)..

Reflexión

El Concilio Vaticano II supuso una lectura de los "signos de los tiempos". Cambiaron muchas cosas: liturgia, costumbres, lenguaje, etc. Eran necesario adaptarse a la realidad del siglo XX. La Iglesia supo discernir los acontecimientos y se adaptó. Suprimió lo innecesario, profundizó en lo esencial y estableció un diálogo más estrecho con las ciencias humanas y las otras realidades religiosas.

Pero había cosas que no podían cambiar: el Papa sigue siendo el Vicario de Cristo en la tierra; en la Eucaristía está verdaderamente presente Cristo Jesús y la caridad sigue siendo el mandamiento nuevo. No hay lugar a dudas. Los tiempos cambian pero las palabras de Cristo y de su Iglesia permanecen y permanecerán eternamente.

¿Somos capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental? ¿Somos de los cristianos que conocen la solidez de la doctrina del Señor y la ponen en práctica? ¿O estamos cayendo en el error de los que dicen conocer los signos de los tiempos pero luego dan cabida en sus vidas a comportamientos que dicen mucho de una verdadera pertenencia a la Santa Madre Iglesia? De allí la sabia recomendación de Cristo: vivir con justicia, saber dar a Dios lo debido y a los hombres.

Y en el corazón de tal justicia, que está lejos de ser una legalista y fría justicia humana, encontramos el perdón y la misericordia. Si falta el ingrediente del perdón, para obtener la conversión del corazón; si falta la virtud de la misericordia para saber perdonar a quien nos lo pide, no hay verdadera justicia y somos de los que aparentamos una vida incólume, adaptada a los tiempos, pero en realidad no somos más que una fotocopia de cristiano.

Por tanto la justicia de nuestro corazón, la justicia divina, la justicia a modelo de Cristo nos permitirá saber leer los signos de los tiempos, saber discernir lo esencial de lo accidental, saber saborear las palabras de vida eterna del Señor y nos evitará aparentar una vida de justos y cumplidores, de dobles e hipócritas que nos reportaría el peso de una dura paga quizás ya en esta tierra, tal vez en aquella otra de purgación o, Dios nos libre, en donde no hay paga que valga. 

Propòsito 

Pidamos al que es Justísimo, el don de la verdadera justicia y Él que brilla en justicia y verdad no tardará en donárnosla con amor. 
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