lunes, 25 de noviembre de 2013

EL REGALO ENCUBIERTO


EL REGALO ENCUBIERTO

Un joven muchacho que estaba a punto de graduarse, admiraba desde hacía unos meses un precioso automóvil deportivo en un concesionario de coches. Sabiendo que su padre podría comprárselo, le dijo que ese auto era todo lo que quería; y a sabiendas que se acercaba el día de graduación y que su padre tenía las posibilidades económicas de concedérselo, el joven esperaba ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto que tanto soñaba.

Finalmente, en la mañana del día de graduación, su padre le llamó para decirle lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba.

El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso e impaciente, el joven abrió la caja y encontró una hermosa Biblia de cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro.

Enojado le gritó a su padre: "¿Con todo el dinero que tienes y lo que me das es esta Biblia?". Salió de la casa y no regresó jamás.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre (que ya era anciano) estaba muy enfermo, pensó visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su graduación.

Poco antes de partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a su casa para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó a la casa de su padre, la tristeza y el arrepentimiento llenaron su corazón.

Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lágrimas, la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7.11: "Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas guías a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan".

Mientras leía esas palabras, unas llaves cayeron de la Biblia. Tenía una tarjeta del concesionario de automóviles donde había visto ese deportivo que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación con las palabras: "TOTALMENTE PAGADO".

¿Cuántas veces hemos rechazado y perdido las Bendiciones de Dios o las oportunidades de disfrutar y/o vivir algo, porque no vienen envueltas en paquetes hermosos, como nosotros esperamos? 

LA SINCERIDAD


LA SINCERIDAD

Hubo una vez un emperador que convocó a todos los solteros del reino pues era tiempo de buscar pareja a su hija.

Todos los jóvenes asistieron y el rey les dijo: 
"Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros, al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino".

Así se hizo, pero había un joven que plantó su semilla y ésta no germinaba. Mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar mostrando las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas.

Pasaron los seis meses y todos los jóvenes se dispusieron a desfilar hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. 
El joven estaba muy triste pues su semilla nunca germinó y ni siquiera quería ir al palacio. Su madre insistía en que debía ir pues era un participante y debía estar allí. 
Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló al final hacia el palacio con su maceta vacía. 
Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo se rieron abiertamente burlándose de él. En ese momento el alboroto fue interrumpido por la entrada del rey, al que todos hicieron su respectiva reverencia mientras él se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas.

Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven que llevó su maceta vacía. Atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción.

El rey dijo entonces: 
"Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas. Este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y 
valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".

Moraleja:
"LA SINCERIDAD, SERÁ POR SIEMPRE UNA VIRTUD". DÍ SIEMPRE LA VERDAD, independientemente de las circunstancias.

BUSCA A DIOS


ORACIÓN AL PADRE PÍO POR LOS ENFERMOS


Oración al Padre Pío por los enfermos


Santo Padre Pío, ya que durante tu vida terrena mostraste un gran amor por los enfermos y afligidos, escucha nuestros ruegos e intercede ante nuestro Padre Misericordioso por los que sufren.

Asiste desde el cielo a todos los enfermos del mundo; 
sostiene a quienes han perdido toda esperanza de curación; consuela a quienes gritan o lloran por sus tremendos dolores; protege a quienes no pueden atenderse o medicarse por falta de recursos materiales o ignorancia;
 alienta a quienes no pueden reposar porque deben trabajar;
vigila a quienes buscan en la cama una posición menos dolorosa; acompaña a quienes ven que la enfermedad frustra sus proyectos; alumbra a quienes pasan una "noche oscura" y desesperan;
toca los miembros y músculos que han perdido movilidad;
ilumina a quienes ven tambalear su fe y se sienten atacados por dudas que los atormentan;
apacigua a quienes se impacientan viendo que no mejoran;
calma a quienes se estremecen por dolores y calambres;
concede paciencia, humildad y constancia a quienes se rehabilitan; devuelve la paz y la alegría a quienes se llenaron de angustia; disminuye los padecimientos de los más débiles y ancianos;
vela junto al lecho de los que perdieron el conocimiento;
guía a los moribundos al gozo eterno;
conduce a los que más lo necesitan al encuentro con Dios;
bendice abundantemente a quienes los asisten en su dolor,
los consuelan en su angustia y los protegen con caridad.
Amén 

EL EVANGELIO DE HOY: 25-11-2013

Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
La viuda de las dos monedas
Lucas 21, 1-4. Tiempo Ordinario. Cristo no mira las apariencias y no se ha quedado indiferente ante el gesto de la viuda.
 
La viuda de las dos monedas
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 1-4


En aquel tiempo, alzando Jesús la mirada, vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir.

Oración introductoria

Señor, contemplando el ejemplo de la viuda pobre del Evangelio, quiero ofrecerte mi vida entera, quiero entregártela sin reservas, como lo hizo la Virgen María. Concédeme tu gracia en esta oración para que este ofrecimiento sea una realidad al darte todo mi amor y todo mi ser, con alegría y generosidad.

Petición

Señor, enséñame a darlo todo por Ti y por los demás, con alegría, generosidad y caridad.

Meditación del Papa Francisco

Cuando yo iba confesar en la diócesis precedente, venían algunos y siempre hacía esta pregunta: "Pero ¿usted da limosna?". —"Sí, padre". "Ah, bien, bien". Y hacía dos más: "Dígame, cuando usted da limosna, ¿mira a los ojos de aquél a quien da limosna?". —"Ah, no sé, no me he dado cuenta". Segunda pregunta: "Y cuando usted da la limosna, ¿toca la mano de aquel a quien le da la limosna, o le echa la moneda?". Este es el problema: la carne de Cristo, tocar la carne de Cristo, tomar sobre nosotros este dolor por los pobres. La pobreza, para nosotros cristianos, no es una categoría sociológica o filosófica y cultural: no; es una categoría teologal. Diría, tal vez la primera categoría, porque aquel Dios, el Hijo de Dios, se abajó, se hizo pobre para caminar con nosotros por el camino. Y esta es nuestra pobreza: la pobreza de la carne de Cristo, la pobreza que nos ha traído el Hijo de Dios con su Encarnación. Una Iglesia pobre para los pobres empieza con ir hacia la carne de Cristo. Si vamos hacia la carne de Cristo, comenzamos a entender algo, a entender qué es esta pobreza, la pobreza del Señor. (S.S. Francisco, 18 de mayo de 2013).

Reflexión

¡Qué hermosos ojos tiene nuestro Redentor que tan bellamente posa su mirada en cada uno de nuestros actos! A Cristo no le es indiferente cuanto podamos hacer, sobre todo, cuando son pequeñas menudencias que sólo Él ha visto y que sabrá premiar en su debido tiempo.

Hay en la escena algunos ricos echando grandes cantidades de dinero para Dios. Es lo que significa su ofrenda al Templo. Está lejos de Él una condena a los ricos, como alguna literatura ha querido ver en este y otros pasajes. Al contrario, seguramente se sintió a gusto al ver cómo los que cuentan con los medios necesarios, ponen en práctica la hermosa virtud de la magnificencia. ¡Qué sería del Templo, de las grandes obras de la Iglesia si no hubiera gente generosa a lo grande! Además está muy lejos de Cristo esa clase de favoritismos por unos o por otros. Y es que Dios no mira las apariencias como los hombres.

Precisamente porque no mira las apariencias se impresionó por el gesto de esa mujer pobre. Lo ha dado todo para Dios, ¡todo lo que tenía para su existencia! Y Cristo no se ha quedado indiferente ante tan grandioso gesto. Si hasta lo ha comunicado a sus apóstoles como diciendo: "aprended de esa mujer lo que es creer de veras en Dios". Darlo todo. Y hay tanta gente que lo da todo en nuestro mundo del siglo XXI y, quizás sería importante abrir más los ojos y no dejarnos impresionar por las apariencias sino mirar con la mirada de Cristo y obrar con la generosidad de esa viuda. Porque para Dios ella no ha quedado desamparada. Porque a los que así obran Dios no los abandona sino que se conmueve de amor ante sus pequeños actos de generosidad. Pensemos sólo que gracias a ese pequeño acto de la viuda ella sigue siendo hasta ahora modelo para nosotros.

Propósito

No ofrecer lo que me sobra, tomar ejemplo de la viuda que da todo lo que tenía para vivir, y así se da a sí misma. Dar mi tiempo al escuchar con antención, acompañar, ayudar, agradecer, servir a los demás.

Diálogo con Cristo

Señor, no te puedo dar nada que no haya recibido de Ti, por lo que pongo en tus manos mi amor y mi total dependencia a tu voluntad. Con tu gracia podré vivir desprendido de las cosas y sabré darme con más generosidad y más amor a los demás. 
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