viernes, 27 de marzo de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 27 DE MARZO DEL 2015


Yo soy Hijo de Dios
Cuaresma y Semana Santa

Juan 10, 31-42. Cuaresma. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. El Hijo de Dios se hizo carne para redimirnos de nuestros pecados. 


Por: Esteban Nicolás García Cárdenas | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42
Los judíos tomaron piedras para apedrearlo. Entonces Jesús dijo: «Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?». Los judíos le respondieron: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en la Ley: "Yo dije: Ustedes son dioses"? Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada- ¿Cómo dicen: "Tú blasfemas", a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: "Yo soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre».
Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero el se les escapó de las manos. Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí. Muchos fueron a verlo, y la gente decía: «Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad». Y en ese lugar muchos creyeron en él.


Oración introductoria
Señor, dame la gracia de conocerte profundamente, ayúdame a sentirte de una manera más cercana en este período de Cuaresma. Jesús, que tome una mayor conciencia de mi condición de criatura y de tu grandeza como Creador.

Petición 
Jesucristo, aumenta mi fe para reconocerte como Dios y Señor único de mi vida.

Meditación del Papa Francisco
Él nos hace conocer al Padre, nos introduce en esta vida interior que Él tiene. ¿Y a quién revela esto el Padre? ¿A quién da esta gracia? 'Te alabo, oh Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y eruditos, y las has revelado a los pequeños'. Sólo a aquellos que tienen el corazón como los pequeños, que son capaces de recibir esta revelación, el corazón humilde, manso, que siente la necesidad de orar, de abrirse a Dios, se siente pobre; sólo a aquél que va adelante con la primera Bienaventuranza: los pobres de espíritu.
Muchos pueden conocer la ciencia, la teología también, ¡muchos! Pero si no hacen esta teología de rodillas, es decir, humildemente, como los pequeños, no entenderán nada. Nos dirán muchas cosas, pero no entenderán nada. Sólo esta pobreza es capaz de recibir la Revelación que el Padre da por medio de Jesús, a través de Jesús. Y Jesús viene, no como un capitán, un general del ejército, un gobernante poderoso, no. Él es humilde, es manso, y ha venido para los humildes, para los mansos, para salvar a los enfermos, a los pobres, a los oprimidos. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 2 de diciembre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión 
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. El Hijo de Dios se hizo carne para redimirnos de nuestros pecados. De esta forma, Jesucristo nos ha mostrado el rostro del Padre, un rostro de amor y de misericordia. Sólo en el amor de Dios y en la persona de Cristo encontramos la clave de lectura de toda la Escritura. Es necesario acercarnos con fe y humildad a la oración, a los sacramentos y a la escucha de la Palabra de Dios. Como cristianos estamos llamados a conocer las verdades de nuestra fe y a dar razón de nuestra esperanza.

Propósito
En este día rezaré, en algún momento, el credo para profesar y renovar mi fe en la Santísima Trinidad.

Diálogo con Cristo
Señor, dame una fe sencilla para conocerte y amarte cada día más. Ayúdame a entender que por amor a mí te hiciste hombre y moriste en la cruz. No permitas que viva indiferente ante tu amor y tu gracia. Sé tú, Dios mío, la brújula que dirija mi vida y concédeme la gracia de permanecer fiel a mi fe hasta la muerte.


El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo. BENEDICTO XVI MENSAJE PARA LA CUARESMA 2011

GRATITUD


Gratitud



En el Brasil un grupo de científicos visitó a una tribu indígena, en la selva. Dialogaron con los indios sobre distintos temas y así hablaron sobre Dios:

-¿Le rezan ustedes a Dios?
-Por supuesto que le rezamos a Dios.
-¿Y qué le piden?
-Qué le vamos a pedir si Dios nos da todo.
-Entonces, ¿para qué le rezan a Dios?
-Le rezamos a Dios para darle gracias por lo mucho que nos da cada día.

¿Hago yo lo mismo todos los días? ¿Doy gracias sin cesar por tantos beneficios? Ojalá esté afiliado al club de los agradecidos y no al club de los ingratos.

Ojalá el cálido aroma de la gratitud me acompañe siempre y sea consciente de que en la balanza de la vida el bien pesa mucho más que el mal.

Si el fardo de la aflicción amenaza con doblegarnos, debemos apreciar lo positivo y orar con un sentido reconocimiento y una perfecta alabanza.

Siempre he admirado a Roberto Carlos quien se olvida de la prótesis que lleva y canta jubiloso: Por eso digo, te agradezco, Señor, un día más...te agradezco Señor, nuevamente agradezco Señor.

La gratitud es una puerta abierta al optimismo. Nada mejor que dar gracias sin cesar. Es la mejor plegaria.

GRACIAS SEÑOR


Gracias Señor

Gracias Señor por lo que ignoras...

Hola Señor, soy yo ¿me recuerdas?,
estoy seguro de que sí.

Siempre te he agradecido por lo que me has dado
y siempre me has respondido cuando te lo he pedido,
pero hoy quiero agradecerte por las
peticiones que ignoras ....
así es, aunque suene extraño,
quiero agradecerte por no hacer
caso de esas peticiones absurdas
que muchas veces en momentos
tristes o angustias en mi vida he hecho.

Gracias por no darme el dinero extra
que me hubiera quitado la paz.

Gracias por no darme ese trabajo lejano
que me hubiera alejado de mi
familia.

Gracias por no darme fortunas ni fama
que me hubieran hecho y frío.

Gracias por no darme el conocimiento,
que me hubiera hecho pensar que
no te necesitaba.

Gracias Señor, pues no me das lo que
no es bueno para mí,
no me das aquello con lo que me puedo
lastimar alejar de Ti,
aunque en el momento me halla enojado.
Ahora te doy gracias,
pues no me das lo que no me es útil ...
Gracias Señor por lo que ignoras...

Tu hijo.

Amén

NUPCIAS MÍSTICAS



Nupcias místicas
Autor: Padre Justo López Melús




En las religiones paganas es el hombre el que, a través de rigurosas ascesis, ha de esforzarse en subir hacia la divinidad. En la religión cristiana es Dios el que desciende y se abaja para encontrarse con el hombre. Dios se hace hombre para que el hombre sea Dios. El amor empareja e iguala. Dios es amor. Dios ha celebrado sus bodas con la humanidad. Algunas almas «han vivido» sus nupcias místicas con el Señor.

Un joven llamó a la puerta de su amada, y una voz desde dentro preguntó: «¿Quién es?». El joven respondió: «Soy yo». Pero la voz replicó: «Esta casa es muy pequeña, no hay sitio para dos». Y la puerta no se abrió. De nuevo llamó el joven: «Mi querida, soy yo, ábreme». Pero la puerta siguió cerrada. Entonces el enamorado se retiró, reflexionó, y después de un año volvió y llamó. «¿Quién es?». Y el enamorado respondió: «Soy 'tú', porque tú y yo somos una misma cosa». Entonces la puerta se abrió y entró.

LECTIO DIVINA DOMINGO DE RAMOS CICLO B: !VERDADERAMENTE ÉSTE ES EL HIJO DE DIOS¡


Lectio Divina Domingo de Ramos Ciclo B: ¡Verdaderamente éste es el hijo de Dios!
Guía para estudiar, conversar y orar el evangelio del domingo utilizando el método de la Lectio Divina


Por: Hno Ricardo Grzona, frp



Lectio Divina Dominical de Ramos Ciclo B: ¡Verdaderamente éste es el hijo de Dios!

PRIMERA LECTURA: Isaías 50, 4-7
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 21
SEGUNDA LECTURA: Filipenses 2, 6-11
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
 Amén
TEXTO BIBLICO: Marcos 14,1 – 15,47
 Versión breve:
14,17: Al atardecer llegó con los Doce. 14,18: Se pusieron a la mesa y, mientras comían, dijo Jesús: —Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar, uno que come conmigo….
14,22: Mientras cenaban, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
—Tomen, esto es mi cuerpo.   14,23: Y tomando la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y bebieron todos de ella.   14,24: Les dijo:   —Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. 14,25: Les aseguro que no volveré a beber el fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.   14,26: Cantaron los salmos y salieron hacia el monte de los Olivos…
14,32: Llegados al lugar llamado Getsemaní, dijo a sus discípulos:
—Siéntense aquí mientras yo voy a orar.
14,33: Llevó con él a Pedro, Santiago y Juan y empezó a sentir tristeza y angustia.
14,34: Entonces les dijo:    —Siento una tristeza de muerte; quédense aquí y permanezcan despiertos. 14,35: Se adelantó un poco, se postró en tierra y oraba que, si era posible, se alejase de él aquella hora. 14,36: Decía:    —Abba, Padre, tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
14,43: Todavía estaba hablando cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente armada de espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos.14,44: El traidor les había dado una contraseña: Al que yo bese, ése es; arréstenlo y llévenlo con cuidado. 14,45: Enseguida, acercándose a Jesús, le dijo:
—¡Maestro!    Y le dio un beso…
15,1: Ni bien amaneció, el Consejo en pleno, sumos sacerdotes, ancianos y letrados se pusieron a deliberar. Ataron a Jesús, lo condujeron y se lo entregaron a Pilato.
15,2: Pilato lo interrogó:    —¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús contestó:    —Tú lo dices.
15,3: Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.
15,4: Pilato lo interrogó de nuevo:
—¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan.
15,5: Pero Jesús no le contestó, con gran admiración de Pilato…
15,9: Pilato les respondió a la multitud:
—¿Quieren que les suelte al rey de los judíos? 15,10: Porque comprendía que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia.   15,11: Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran más bien la libertad de Barrabás.
15,12: Pilato respondió otra vez:
—¿Y qué hago con el que llaman rey de los judíos?
15,13: Gritaron:     —¡Crucifícalo!
15,14: Pero Pilato dijo:     —Pero, ¿qué mal ha hecho?
Ellos gritaban más fuerte:     —¡Crucifícalo!
15,15: Pilato, decidido a dejar contenta a la gente, les soltó a Barrabás y a Jesús lo entregó para que lo azotaran y lo crucificaran…
15,20: Terminada la burla, le quitaron la púrpura, lo vistieron con su ropa y lo sacaron para crucificarlo….
15,22: Lo condujeron al Gólgota, que significa Lugar de la Calavera. 15,23: Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo tomó. 15,24: Lo crucificaron y se repartieron su ropa, echando a suertes lo que le tocara a cada uno….
15,25: Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron.
15,26: La inscripción que indicaba la causa de la condena decía: El rey de los judíos…

    15,33: Al mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde. 15,34: A esa hora Jesús gritó con voz potente:  —Eloi, eloi, lema sabactani, que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?…  15,37: Pero Jesús, lanzando un grito, expiró.
15,39: El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo expiró, dijo:
—Realmente este hombre era Hijo de Dios.
BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
En este domingo que llamamos “de Ramos”, que nos recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la liturgia pone dos lecturas durante la Eucaristía. Al inicio en la puerta se lee el texto cuando Jesús montado en un burrito, entra a Jerusalén y la gente lo aclama. En el momento del Evangelio se lee toda la Pasión de Cristo que para este domingo ocupa los capítulos 14 y 15 de Marcos. El texto puesto en el ejercicio es la versión más resumida.
Un dato curioso que se quiere presentar en este domingo, con el que inicia la Semana Santa, es que el pueblo lo recibe a Jesús como un rey y también es el pueblo quien decide que muera de la manera más vil y cruenta crucificado en la cruz.
Es parte del relato unido a la Pasión Salvadora de Jesús, unir la Última Cena, con la Institución de la Eucaristía, la Oración de Jesús, La traición por parte de uno de sus Apóstoles, el falso juicio contra Él, la Pasión, la Crucifixión y Muerte de Jesús.
En la primera parte, es bueno remarcar que su Cuerpo se entrega y su Sangre se derrama a favor de todos. El verdadero cordero de Dios. El que ofrecerá el único sacrificio agradable al Padre. Ya no se necesitará otro sacrificio. Sólo éste realizado por Jesús es el único y auténtico.
Ante el momento que viene, Jesús se dedica a orar. “Padre Que se cumpla tu Voluntad y no la mía”. Inmediatamente el traidor llegó con la gente en la noche. Y es importante destacar que es en la hora de las tinieblas donde la gente que no procede bajo la inspiración de la luz de Dios actúa.
El juicio lleno de mentiras contra Jesús, nos recuerda las envidias que se producen cuando a alguien le va mal y quieren poner las culpas en los demás. La Escritura se está cumpliendo, la humillación sobre el cordero de Dios como dice Isaías: “50,6: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que me arrancaban la barba; no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos. 50,7: El Señor me ayuda, por eso no me acobardaba; por eso endurecí el rostro como piedra, sabiendo que no quedaría defraudado.”
En la cruenta tortura, llevan a Jesús afuera de la ciudad. El texto aclara que el lugar es el “Gólgota” que significa lugar de la Calavera. Es importante este dato, pues allí en ese cerro, los judíos veneraban la “tumba de Adán”. Por eso el nombre. En verdad, es el lugar donde todos los seres humanos van a parar: la tumba. Es muy sugestivo que Jesús fuera crucificado sobre la tumba del hombre viejo, en el que todos morimos. Por esa razón, cuando recitamos el Credo donde dice: “descendió a los infiernos”, se está refiriendo que Jesús vino a rescatar a todos los que en “Adán” morimos. Sólo imaginarse el monte, la cruz encima, Jesús ha muerto y desciende, a la tumba de la humanidad, a donde están los huesos secos, a liberar a los justos de la atadura de la muerte eternal.
El texto debe ser leído en el contexto bíblico completo para no hacer pretextos. Jesús es el Hijo de Dios, que se hizo hombre por nosotros y por nuestra salvación asumió en todo, menos en el pecado, la naturaleza humana. Hasta dar su vida para salvar a la humanidad que había caído en la trampa del pecado y su consecuencia la muerte.
Antes de morir Jesús exclama: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”Mucho se ha debatido sobre estas palabras, donde Jesús al parecer sentía un abandono de Dios, sin embargo Él representa a todo el pueblo que en tantas oportunidades siente este abandono. Por esa razón, está recitando un Salmo, el 21 (22). Donde comienza con el abandono pero culmina con la Victoria. Jesús está diciendo que aunque los ojos humanos vean la derrota en la cruz, Dios lo liberará y si oramos con el Salmo veremos que él nos escucha siempre.
Un dato muy curioso es que en el relato, quien reconoce que Jesús “verdaderamente es el hijo de Dios” es un pagano, el centurion romano. Algo más que refuerza que la salvación es universal y para todos.
Reconstruimos el texto:
  1. ¿Cómo comienza este relato?
  2. ¿Cómo fue la bendición que Jesús pronunció sobre el pan y el vino?
  3. ¿Dónde fueron después de la cena?
  4. ¿Quién fue el que entregó a Jesús?
  5. ¿Qué le preguntó Pilato a Jesús?
  6. ¿Qué le respondió Jesús?
  7. ¿A quién le preguntó Pilato sobre lo que debía hacer con Jesús?
  8. ¿Qué respondió la multitud cuando Pilato preguntó y quiénes incitaban a esto?
  9. ¿Dónde llevaron a crucificar a Jesús?
  10. ¿Cuál es el significado de este lugar?
  11. ¿Cuál es la antífona del Salmo que recita Jesús antes de morir? ¿Qué significa haber recordado este Salmo?
2.- MEDITACION: ¿Qué me o nos dice el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
  1. Ante este relato, lo primero que debemos hacer es un silencio profundo. Recordar, poner en el corazón nuevamente esta Palabra del Señor. ¿Cómo lo hago?
  2. ¿Reconozco la Eucaristía como el memorial vivo de la presencia de Jesús entre nosotros?
  3. ¿Cómo es mi vida de oración? Mucha gente ora para que Dios le cumpla sus deseos. Sin embargo Jesús pide que no se cumpla su voluntad sino la del Padre. ¿Así también es mi oración?
  4. ¿Busco conocer la Voluntad de Dios? ¿Cómo lo hago? Analiza tu oración, ¿con qué frecuencia te apartas para orar, para meditar, para contemplar?
  5. ¿Puede haber algo en mi vida que soy como ese pueblo que un día recibió a Jesús con alegría y luego por conveniencia pide que lo crucifiquen? ¿Cambio mis opiniones con frecuencia?
  6. Ante el misterio de la Pasión, Crucifixión y Muerte del Señor, para darme vida ¿Cuál es mi actitud? ¿En qué manifiesto mi sentir, mi gratitud, mi esperanza?
  7. ¿Siento que alguna vez el Señor me ha abandonado? ¿Está bien esta actitud?
  8. ¿Cuál es mi relación y mi sentir ante la muerte personal y la de mis seres cercanos? ¿Es cristiana esta actitud?
3.- ORACION: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Vamos a tomar el Salmo 21 (22) que nos pone las palabras de Jesús en la cruz y termina con el triunfo.
22,2: ¡Dios mío, Dios mío!,
¿por qué me has abandonado?,
¿por qué estás ajeno a mi grito,
al rugido de mis palabras?
22,3: Dios mío, te llamo de día y no respondes,
de noche y no hallo descanso;
22,4: aunque tú habitas en el santuario,
gloria de Israel.
22,5: En ti confiaban nuestros padres,
confiaban y los ponías a salvo;
22,6: a ti clamaban y quedaban libres,
en ti confiaban y no los defraudaste.
22,7: Pero yo soy un gusano, no un hombre:
vergüenza de la humanidad, asco del pueblo;
22,8: al verme se burlan de mí,
hacen muecas, menean la cabeza:
22,9: Acudió al Señor, que lo ponga a salvo,
que lo libre si tanto lo ama.
22,10: Fuiste tú quien me sacó del vientre,
me confiaste a los pechos de mi madre;
22,11: desde el seno me encomendaron a ti
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
22,12: No te quedes lejos,
que el peligro se acerca y nadie me socorre.
22,13: Me acorrala un tropel de novillos,
toros de Basán me cercan;
22,14: abren contra mí sus fauces:
leones que descuartizan y rugen.
22,15: Me derramo como agua,
se me descoyuntan los huesos;
mi corazón, como cera,
se derrite en mi interior;
22,16: mi garganta está seca como una teja,
la lengua pegada al paladar.
¡Me hundes en el polvo de la muerte!
22,17: Unos perros me acorralan,
me cerca una banda de malvados.
Me inmovilizan las manos y los pies,
22,18: puedo contar todos mis huesos.
Ellos me miran triunfantes:
22,19: se reparten mis vestidos,
se sortean mi túnica.
22,20: Pero tú, Señor, no te quedes lejos,
Fuerza mía, ven pronto a socorrerme;
22,21: libra mi vida de la espada,
mi única vida, de las garras del mastín;
22,22: sálvame de las fauces del león,
defiéndeme de los cuernos del búfalo.
22,23: Contaré tu fama a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
22,24: Fieles del Señor, alábenlo,
descendientes de Jacob, glorifíquenlo,
témanlo, descendientes de Israel,
22,25: porque no ha desdeñado ni despreciado
la desgracia del desgraciado,
no le ha escondido su rostro;
cuando pidió auxilio, lo escuchó.
22,26: Te alabaré sin cesar en la gran asamblea:
cumpliré mis votos ante los fieles.
22,27: Comerán los pobres hasta saciarse
y alabarán al Señor los que lo buscan:
¡No pierdan nunca el ánimo!
22,28: Lo recordarán y se volverán al Señor
todos los confines de la tierra,
se postrarán en su presencia
todas las familias de los pueblos;
22,29: porque el Señor es Rey, él gobierna a los pueblos.
22,30: Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
en su presencia se encorvarán los que bajan al polvo.
Mi vida la conservará.
22,31: Mi descendencia le servirá,
hablará de mi Dueño a la generación venidera
22,32: contará su justicia al pueblo por nacer:
Así actuó el Señor.
Amén
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy podemos hacerlo ante una imagen de Cristo crucificado o un Cristo sufriente, para pedirle poder imitarlo.  Añadimos nuestras intenciones de oración.
4.- CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:
«Verdaderamente éste es el Hijo de Dios»
(Versículo 39)
Y así, pidiéndole al Señor ser testigos de la luz para que otros crean, asumimos esta actitud.
5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Es importante tomar una actitud de asumir el texto sagrado. Debo preguntarme muy seriamente cuál es la actitud que tomaré para mostrar mi cambio. Jesús murió por mi salvación. Voy a realizar alguna actividad en que pueda ser testigo y misionero anunciando este misterio salvador. Voy a buscar a alguien, para dialogar y compartir con ardor y entusiasmo la salvación que Jesús nos ofrece. Gastar el tiempo con alguien que lo necesite de verdad.
En el grupo, aprovechando la Semana Santa, haremos alguna misión. Iremos a algún lugar donde viva gente necesitada, para hablar de Cristo con nuestras actitudes de servicio. Que los demás crean viéndonos serviciales, alegres y felices en el compartir.

DIEZ COSAS QUE DEBERÍAS DECIR A TUS MONAGUILLOS




Diez cosas que deberías decir a tus monaguillos (con copia también para sus padres)

Los monaguillos son realmente mportantes, pero demasiado a menudo no saben porque


Por: Dwight Longenecker



Los monaguillos son REALMENTE importantes [mayúsculas del autor, ndt],  pero demasiado a menudo no saben porqué lo son. Esta es la razón por la que a veces llegan tarde o ni siquiera se presentan. A veces no parecen estar orgullosos de su función porque tal vez nadie les ha dicho la razón de su importancia.
Por lo tanto, si ayudas con los monaguillos, si tienes hijos que son monaguillos o si piensas que los monaguillos de tu parroquia deberían tener un aspecto impecable, aprende estas diez cosas para decírselas a tus monaguillos.
Esta es la idea: imprime esta entrada de blog y dásela a la persona que forma a los monaguillos o haz copias para los niños y sus padres…
Te sorprenderá lo que cambia la celebración cuando los monaguillos son de primera.
Estas son las diez cosas que hay que decirles:
1. No eres necesario
¡Hala! Este no parece el mejor modo de empezar, pero es verdad. El sacerdote puede hacer todo lo que tú haces en la misa. Esto significa que tú estás haciendo en la liturgia algo que es MÁS que útil. Lee los restantes nueve puntos para saber el qué.
2. Eres un testigo silencioso
En cuanto llegues a la iglesia, - veinte minutos antes de que empiece la Misa -, ponte tu sotana y empieza a preparar las cosas para la Misa. Con ello estarás diciendo a todo el que está en la iglesia: «Mirad, es importante llegar temprano. Es importante preparar la misa con respeto. Es importante hacerlo con tiempo y cuidadosamente». Recuerda, la gente está mirando todo lo que haces. Les encanta ver cómo lo haces, por lo que hazlo con reverencia y con cuidado.
3. Las acciones hablan más alto que las palabras
Tienes que estar bien vestido para la misa. No hace falta que te pongas ropa elegante porque la sotana la cubrirá, pero lo que la gente vea debe estar bien. Ponte calzado negro. ¿Deportivas? ¿Deportivas fosforescentes? ¿Botas marrones? ¿Chancletas? ¡Anda ya! ¡Eres mejor que esto! Nada sobre tu apariencia tiene que llamar la atención. Nada de pendientes largos, por favor… ¡esto va también por vosotros, chicos! ¿Y qué decir de las lacas de uña de colores rabiosos y los peinados extravagantes? ¿Y de los tatuajes salvajes o los piercings? ¡Ajá! Esto atrae la atención sobre uno mismo. Todo lo que hagáis tiene que llevar la atención al altar, no a los monaguillos. Niñas, recogeros el pelo. Niños, peinaros. Y por favor, limpiaros la cara para eliminar esos restos de desayuno…
4. El lenguaje corporal habla en voz alta
Cuando te dispongas para la misa muévete más lentamente. En la procesión, muévete con majestuosidad. Vivimos de manera muy rápida y para oír a Dios tenemos que estar en silencio y para ir al mismo paso que Dios tenemos que movernos más lentamente. Dios pasea tranquilamente, se toma las cosas con calma. Está aquí para siempre, por lo que mantén una buena postura y muévete bien y con lentitud. No corras nunca. Lo creas o no, esto ayuda a la gente a entrar en la celebración con la mentalidad adecuada, de manera respetuosa.
5. La procesión es más que el hecho de entrar caminando en la iglesia
La procesión, en sí, es una antigua ceremonia religiosa. Al entrar en la iglesia estás guiando a todos a la presencia de Dios. Esto se remonta al Antiguo Testamento, cuando solían subir en procesión por la colina hasta Jerusalén y el Templo de Dios. La procesión eres tú guiando al pueblo de Dios a través de la tierra salvaje hasta la Tierra Prometida. La procesión es el triunfo real del rey entrando en la ciudad. Por lo tanto, la procesión tiene que hacerse majestuosamente, con solemnidad y dignidad. No corras con torpeza hasta tu sitio.
¡Siente el orgullo de ser un monaguillo en el altar del rey! Cuando lleves la cruz en la cabeza de la procesión, llévala con solemnidad porque le estás diciendo a los fieles: «Mirad, todos estamos llamados a coger nuestra cruz y seguir a Cristo. Este es nuestro estandarte para la batalla. ¡Este es nuestro signo de llamada!». Por lo tanto, lleva la cruz silenciosa y solemnemente como un soldado en un desfile.
6. Ser el que sujeta un cirio o un libro es más de lo que piensas
¿Eres el que llevas el cirio? Estás diciendo: «Todos llevamos en nuestros corazones la luz de Cristo que hemos recibido en el Bautismo. Somos las luces en la oscuridad, las estrellas brillantes del universo». Los cirios acompañan a la cruz y al Evangelio porque el Evangelio y la cruz traen la luz al mundo. ¿Sujetas o llevas el libro? Representas a los evangelistas y a los apóstoles que llevaron la palabra de Dios al mundo. También nos recuerdas que estamos llamados a llevar la Buena Nueva del amor de Dios a todo el mundo.
7. Sois los ángeles ante el Trono
En el momento del Santo, Santo, Santo debéis ir a los escalones que conducen al altar y arrodillaros para la oración de la consagración. En este momento representáis a los ángeles de Dios que se inclinan ante el trono de Dios en adoración.
Dije esto una vez a mis monaguillos cuando los estaba formando y una de las madres dijo: «¡Usted bromea!». Ella bromeaba, pero esto dice claramente que vosotros, chicos y chicas normales y comunes, representáis a los ángeles ante el trono de Dios. Arrodillaos en la consagración. Tocad la campanilla con cuidado y belleza. El modo como vosotros adoréis en este momento elevará los corazones y las mentes de toda la gente. Si sois respetuosos, si estáis en silencio, todo ello con sinceridad, ayudaréis a todos a entrar más profundamente en la belleza de lo sagrado.
8. Servid el altar con actos rituales
Haced una reverencia ante el altar. Haced una pequeña reverencia al sacerdote y al diácono después de que hayan cogido los elementos y se hayan lavado las manos. Estos pequeños actos rituales ayudan a la gente a entrar en una actitud ritual. Lo ritual trasciende nuestras propias personalidades y nos hace más grandes que nuestras pequeñas vidas ordinarias.
Cuando servís en el altar de una manera ritual estáis ayudando a elevar los corazones y las mentes de todos. Realizad las acciones con solemnidad y dignidad. Este lenguaje visual ayuda a elevar la mente de las personas a Dios. Ni siquiera se dan cuenta. ¿Es genial, verdad?
9. Siente orgullo por lo que haces
Sé fiel a tus tareas porque Dios te es fiel a ti. Presta atención a los detalles porque Dios está en los detalles. Convierte tus acciones en oraciones porque todo lleva a Dios si nosotros lo permitimos. Lo que estás haciendo es un servicio a Dios y abrirá tu corazón y te acercará a Él incluso cuando no te des cuenta de ello. Si te sientes orgulloso por servir bien en el altar, te sorprenderás al ver cómo esto empieza a afectar a toda tu vida. Pronto te sentirás orgulloso de tu aspecto, de tu trabajo en el colegio, tu deporte y tus amigos.
10. Eres muy necesario
¿Dije que no eras necesario? Lo que quería decir es que eres MÁS que necesario: eres vital porque estás realizando no sólo un papel funcional, sino un papel simbólico, y el simbolismo es el lenguaje de la adoración.
Tus acciones en la misa son mucho más simbólicas de lo que tú piensas y el modo como sirvas en la misa acercará a la gente a Dios.
Eres más que necesario porque la belleza es más que necesaria y lo que estás haciendo es bello.
Hay demasiada poca belleza en nuestro mundo brutal, y al dedicar tu tiempo a hacer algo bello por Dios está haciendo del mundo un lugar mejor. ¡No te avergüences de esto y no subestimes tu importancia!
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

LA FE TIENE QUE CONVERTIRSE EN VIDA PARA MÍ


La fe tiene que convertirse en vida para mí
Meditaciones para toda la Cuaresma
Viernes quinta semana de Cuaresma. ¿Hasta qué punto dejamos que nuestra alma sea abrazada plenamente por Cristo? 


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net




Jr 29, 10-13
Jn 10, 31-42

Ante el testimonio que Jesucristo le ofrece, ante el testimonio por el cual Él dice de sí mismo: “Soy Hijo de Dios”, ante el testimonio que le marca como Redentor y Salvador, el cristiano debe tener fe. La fe se convierte para nosotros en una actitud de vida ante las diversas situaciones de nuestra existencia; pero sobre todo, la fe se convierte para nosotros en una luz interior que empieza a regir y a orientar todos nuestros comportamientos.

La fundamental actitud de la fe se presenta particularmente importante cuando se acercan la Semana Santa, los días en los cuales la Iglesia, en una forma más solemne, recuerda la pasión, la muerte y la resurrección de nuestro Señor. Tres elementos, tres eventos que no son simplemente «un ser consciente de cuánto ha hecho el Señor por mí», sino que son, por encima de todo, una llamada muy seria a nuestra actitud interior para ver si nuestra fe está puesta en Él, que ha muerto y resucitado por nosotros.

Solamente así nosotros vamos a estar, auténtica- mente, celebrando la Semana Santa; solamente así nosotros vamos a estar encontrándonos con un Cristo que nos redime, con un Cristo que nos libera. Si por el contrario, nuestra vida es una vida que no termina de aceptar a Cristo, es una vida que no termina en aceptar el modo concreto con el cual Jesucristo ha querido llegar a nosotros, la pregunta es: ¿Qué estoy viviendo como cristiano?

Jesús se me presenta con esa gran señal, que es su pasión y su resurrección, como el principal gesto de su entrega y donación a mí. Jesús se me presenta con esa señal para que yo diga: “creo en ti”. Quién sabe si nosotros tenemos esto profundamente arraigado, o si nosotros lo que hemos permitido es que en nuestra existencia se vayan poco a poco arraigando situaciones en las que no estamos dejando entrar la redención de Jesucristo. Que hayamos permitido situaciones en nuestra relación personal con Dios, situaciones en la relación personal con la familia o con la sociedad, que nos van llevando hacia una visión reducida, minusvalorada de nuestra fe cristiana, y entonces, nos puede parecer exagerado lo que Cristo nos ofrece, porque la imagen que nosotros tenemos de Cristo es muy reducida.

Solamente la fe profunda, la fe interior, la fe que se abraza y se deja abrazar por Jesucristo, la fe que por el mismo Cristo permite reorientar nuestros comportamientos, es la fe que llega a todos los rincones de nuestra vida y es la que hace que la redención, que es lo que estamos celebrando en la Pascua, se haga efectiva en nuestra existencia.

Sin embargo, a veces podemos constatar situaciones en nuestras vidas —como les pasaba a los judíos— en las cuales Jesucristo puede parecernos demasiado exigente. ¿Por qué hay que ser tan radical?, ¿por qué hay que ser tan perfeccionista?

Los judíos le dicen a Jesús: “No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios". Esta es una actitud que recorta a Cristo, y cuántas veces se presenta en nuestras vidas.

La fe tiene que convertirse en vida en mí. Creo que todos nosotros sí creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, Luz de Luz, pero la pregunta es: ¿lo vivimos? ¿Es mi fe capaz de tomar a Cristo en toda su dimensión? ¿O mi fe recorta a Cristo y se convierte en una especie de reductor de nuestro Señor, porque así la he acostumbrado, porque así la he vivido, porque así la he llevado? ¿O a la mejor es porque así me han educado y me da miedo abrirme a ese Cristo auténtico, pleno, al Cristo que se me ofrece como verdadero redentor de todas mis debilidades, de todas mis miserias?

Cuando tocamos nuestra alma y la vemos débil, la vemos con caídas, la vemos miserable ¿hasta qué punto dejamos que la abrace plenamente Jesucristo nuestro Señor? Cuando palpamos nuestras debilidades ¿hasta qué punto dejamos que las abrace Cristo nuestro Redentor? ¿Podemos nosotros decir con confianza la frase del profetas Jeremías: “El Señor guerrero, poderoso está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso, y su ignominia será eterna e inolvidable”?

¿Que somos débiles...?, lo somos. ¿Que tenemos enemigos exteriores...?, los tenemos. ¿Que tenemos enemigos interiores...?, es indudable.

Ese enemigo es fundamentalmente el demonio, pero también somos nosotros mismos, lo que siempre hemos llamado la carne, que no es otra cosa más que nuestra debilidad ante los problemas, ante las dificultades, y que se convierte en un grandísimo enemigo del alma.

Dios dice a través de la Escritura: “quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable”. ¿Cuando mi fe toca mi propia debilidad tiende a sentirse más hundida, más debilitada, con menos ganas? ¿O mi fe, cuando toca la propia debilidad, abraza a Jesucristo nuestro Señor? ¿Es así mi fe en Cristo? ¿Es así mi fe en Dios? Nos puede suceder a veces que, en el camino de nuestro crecimiento espiritual, Dios pone, una detrás de otra, una serie de caídas, a veces graves, a veces menos graves; una serie de debilidades, a veces superables, a veces no tanto, para que nos abracemos con más fe a Dios nuestro Señor, para que le podamos decir a Jesucristo que no le recortamos nada de su influjo en nosotros, para que le podamos decir a Jesucristo que lo aceptamos tal como es, porque solamente así vamos a ser capaces de superar, de eliminar y de llevar adelante nuestras debilidades.

Que la Pascua sea un auténtico encuentro con nuestro Señor. Que no sea simplemente unos ritos que celebramos por tradición, unas misas a las que vamos, unos actos litúrgicos que presenciamos. Que realmente la Pascua sea un encuentro con el Señor resucitado, glorioso, que a través de la Pasión, nos da la liberación, nos da la fe, nos da la entrega, nos da la totalidad y, sobre todo, nos da la salvación de nuestras debilidades.
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