miércoles, 16 de noviembre de 2016

SALMO 150, SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR DIOS, EL TODOPODEROSO


Salmo
Sal 150,1-2.3-4.5



R/. Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso.



V/. Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. R/.

V/. Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras;
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R/.

V/. Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R/.

SANTA GERTRUDIS, PATRONA DE LAS PERSONAS MÍSTICAS, 16 DE NOVIEMBRE

Santa Gertrudis
Mística
Año 1302


Gertrudis es una palabra que en su idioma significa "fiel defensora" (ger = defensora, trud = fiel).

Santa Gertrudis es la patrona de las personas místicas, porque ella fue la primera gran mística de quien se tenga historia (la Iglesia llama místicas a las personas que se dedican a tratar directamente con Dios por medio de fervorosísimas oraciones, y a recibir de Él, mensajes y revelaciones). Más tarde aparecerán otras grandes místicas como Santa Brígida, Santa Catalina, Santa Teresa y Santa Margarita, etc., pero la primera de la cual se conocen las revelaciones recibidas es nuestra santa de hoy. Por eso es tan importante.

Santa Gertrudis fue la primera en propagar la devoción al Sagrado Corazón y el culto a San José. Los demás santos que después propagaron estas devociones se basaron en revelaciones recibidas por esta gran mística.

Nació en Eisleben (Alemania) en el año 1256.

A los 5 años fue llevada al convento de unas monjitas muy fervorosas y allí demostró tener cualidades excepcionales para el estudio. Sobresalía entre todas por la facilidad con la que aprendía la literatura y las ciencias naturales, y por su modo tan elegante de emplear el idioma. Y tenía la fortuna de que la superiora del convento era su tía Santa Matilde, otra gran mística, que frecuentemente recibía mensajes de Dios.

Hasta los 25 años Gertrudis fue una monjita como las demás, dedicada a la oración, a los trabajos manuales y a la meditación. Solamente que sentía una inclinación sumamente grande por los estudios, aunque era a los estudios mundanos de literatura, historia, idiomas y ciencias naturales. Pero en esa edad recibió la primera de las revelaciones que la hicieron famosa, y desde aquel día su vida se transformó por completo.

Así lo narra ella misma: "Estaba yo en un rincón de la capilla donde acostumbraba hacer mis tibias oraciones, cuando se me apareció Nuestro Señor y me dijo: - Hasta ahora te has dedicado a comer polvo como los que no tienen fe. De allí has tratado de extraer miel y sólo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate a meditar en mis mensajes y ahí sí encontrarás el verdadero maná que te alimentará y te dará la fortaleza y la paz".

Desde esa fecha, Gertrudis que antes se había dedicado a lecturas mundanas, cambió por completo su preferencia en cuanto a lo que leía y dedicó todos sus tiempos libres a leer la S. Biblia, y los escritos de los santos padres, especialmente San Agustín y San Bernardo. Ella dice: "cambié el estudio de ciencias naturales y literatura, por el de la teología y la Sagrada Escritura". Y en sus escritos se notará en adelante que su ciencia la ha ido a beber (después de las revelaciones que Dios le hizo) en los libros sagrados de la Biblia y de los santos.

En sus 47 años de vida, Gertrudis no se diferenció externamente de las demás monjitas de su convento. Copiaba pasajes de la S. Biblia (en ese tiempo todavía no existía la imprenta y todo había que escribirlo a mano), componía explicaciones de la Sagrada Escritura para darlas a las otras religiosas, y sufría en silencio sus enfermedades que no eran pocas. Pero internamente su vida era muy distinta, porque dialogaba con Dios a cada rato.

Jesucristo le dijo un día: "Gertrudis, tú serás mi heraldo" (Se llama heraldo el que transmite mensajes de un superior). Y ella escribió en cinco libros los mensajes que recibió en sus revelaciones, y a su obra le puso por nombre: "Heraldo de la amorosa bondad de Dios". A esta obra que se ha hecho famosa entre todas las personas que se dedican a la mística, se le ha llamado también: "Revelaciones de Santa Gertrudis". Allí se contienen visiones, comunicaciones, y experiencias místicas, y estas experiencias se han repetido después en muchas otras almas santas como por ejemplo San Juan de la cruz, Santa Teresa, Santa Magdalena de Pazzi, Santa Gema y muchísimos santos más.

Dice la santa que un día vio que de la herida del costado de Cristo salía un rayo de luz y llegaba al corazón de ella. Desde entonces sintió un amor tan grande hacia Jesucristo, como nunca antes lo había experimentado.

Su amistad con Santa Matilde. Esta otra gran santa era 15 años mayor que Santa Gertrudis y le contaba las revelaciones que ella había recibido también. Las dos (adelantándose varios siglos a lo que después se aceptaría) recomendaban mucho la comunión frecuente, la devoción al Sagrado Corazón y el encomendarse a San José. Un día Santa Matilde supo que su sobrina Gertrudis venía copiando todas las experiencias místicas y las revelaciones que ella le había contado, y se alarmó. Pero el Señor le comunicó que Él mismo le había inspirado a Gertrudis el deseo de escribir tales experiencias y revelaciones, y entonces la misma Matilde se encargó de corregir aquel escrito, el cual fue publicado con el título de "Revelaciones de Santa Matilde".

Santa Matilde le preguntó a Jesús: "Señor, fuera de la Santa Hostia, ¿dónde te puedo encontrar?" – Y Jesús le respondió: "Búscame en el corazón de Gertrudis".

Dice Gertrudis que un día Jesús acercó totalmente el corazón de Matilde a su Sagrado Corazón, y que desde esa fecha aquella santa quedó totalmente enamorada de Cristo.

Los especialistas afirman que los libros de Santa Gertrudis son, junto con las obras de Santa Teresa y Santa Catalina, las obras más útiles que una mujer haya dado a la Iglesia para alimentar la piedad de las personas que desean dedicarse a la vida contemplativa". Es una de las Patronas de los escritores católicos.

Cuando le fue anunciado que se acercaba su muerte exclamó: "Esta es la más dulce de las alegrías, la que más había deseado, porque voy a encontrarme con Cristo". Y dictó sus últimos pensamientos acerca de la muerte, que son de lo más sublime que se haya escrito.

Murió el 17 de noviembre del año 1302. (su fiesta se celebra el 16 de noviembre).

Que Cristo Jesús nos regale también a nosotros una llamarada de amor hacia Él, como la que le concedió a su fiel sierva Gertrudis.

IMÁGENES DE SANTA GERTRUDIS, LA GRANDE. 16 DE NOVIEMBRE




EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 16 DE NOVIEMBRE DEL 2016


Estar listos para rendir cuentas del tesoro encomendado
Lucas 19, 11-28. Miércoles XXXIII. Tiempo ordinario. Ciclo C. Los talentos.


Por: H. Balam Loza LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hoy, Jesús, te agradezco cuánto amor me has tenido. Al igual que san Pedro, veo mi pobre barca, mis pobres redes y me doy cuenta que Tú me has mirado y me has amado. Me ha llamado a estar contigo y me has dicho «amigo». No tengo mucho que pueda ofrecerte. Pero te doy todo lo que soy. Haz de mí lo que quieras. Señor, tuyo soy, para Ti nací, qué quieres de mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28
En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, Él les dijo esta parábola:
"Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: 'Inviertan este dinero mientras regreso’.
Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: 'No queremos que éste sea nuestro rey'.
Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su paísmandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.
Se presentó el primero y le dijo: 'Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas'.  Él le contestó: 'Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades'.
Se presentó el segundo y le dijo: 'Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas'. Y el señor le respondió: 'Tú serás gobernador de cinco ciudades'.
Se presentó el tercero y le dijo: 'Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado'. El señor le contestó: 'Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?'.
Después les dijo a los presentes: 'Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez'.  Le respondieron: 'Señor, ya tiene diez monedas'.  Él les dijo: 'Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia' ”.
Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
A veces puede pasar que al vernos podemos centrarnos en los defectos, que si soy así y no me gusta, que no puedo con tal o cual defecto, que tengo pocas cualidades. Sin embargo, si vemos mejor el panorama nos podremos dar cuenta de que esos defectos a veces pueden ocultar un gran regalo. En esos defectos encontramos la posibilidad de ser ayudados. Cuando no podemos solos es cuando podemos decirle al Señor: ¡No puedo más, ayúdame!
El Señor ha puesto en nuestras manos un tesoro maravilloso. ¡Qué regalo tener la fe! ¡Qué tesoro maravilloso saber que Jesús está en nuestros corazones! y como dice san Pablo: «Llevamos un tesoro en vasijas de barro, para que se conozca que un poder tan extraordinario no puede venir de nosotros sino de Dios». (2 Cor. 4, 7).
Y entonces, ¿cómo podemos hacer fructificar este tesoro? Pues en primer lugar reconociendo sí nuestros límites, pero también reconociendo que el Señor nos ha visto y nos ha dado una misión muy concreta. No podemos ocultar el don de la fe, ni al mismo Cristo en una devoción de las puertas de mi casa para dentro. Al contrario, la fe y la amistad con Cristo la debemos cultivar día a día. Tal vez este tesoro es muy pobre, como aquel a quien le dieron un talento, pero si lo trabajamos día a día irá creciendo.
Y así como una planta crece con el tiempo, con el sol y con el frío, así nuestra fe y nuestra amistad con Jesús, crecerá estando con Él. Pasar el tiempo con Jesús a veces no será fácil y tendremos que luchar con el cansancio, pero quien persevera alcanza. Y así, cuando al final de la vida el Rey nos llame, estaremos listos para rendir cuentas del tesoro encomendado. 
«En un auténtico examen de conciencia: ¿tengo memoria de las maravillas que el Señor hizo en mi vida? ¿Tengo memoria de los dones de Dios? ¿Soy capaz de abrir el corazón a los profetas, es decir a quien me dice: “esto no funciona, deber ir por ahí, sigue adelante, arriesga”, como hacen los profetas? ¿Estoy abierto a ello o tengo miedo y prefiero encerrarme en la jaula de la ley?¿Tengo esperanza en las promesas de Dios, como la tuvo nuestro padre Abrahán, que salió de su tierra sin saber a dónde dirigirse, sólo porque confiaba en Dios?»
(Homilía de S.S. Francisco,30 de mayo de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy te ofrezco, Jesús, antes de irme a dormir hacer un rato de oración para examinar cómo cuido del tesoro de mi fe, agradecerte este regalo y proponerme un medio concreto para duplicar los talentos que he recibido.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

SI CONOCES A ALGUIEN QUE ES MOLESTO O INSOPORTABLE, PAPA FRANCISCO TE INVITA A ACTUAR ASÍ


Si conoces a alguien que es molesto o insoportable, el Papa te invita a actuar así
Por Álvaro de Juana
 Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa




VATICANO, 16 Nov. 16 / 05:14 am (ACI).- La última catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General antes de la clausura del Jubileo de la Misericordia estuvo dedicada a “soportar pacientemente a las personas molestas”.

“Todos somos buenos en identificar una presencia que puede dar fastidio: sucede cuando encontramos a alguno por la calle, o cuando recibimos una llamada de teléfono… Rápidamente pensamos: ‘¿Durante cuánto tiempo tendré que escuchar los lamentos, las habladurías, las exigencias o las fanfarronadas de esta persona?’”.


Francisco comenzó a explicar así el sentido de esta obra de misericordia y aseguró que “ocurre también, a veces, que las personas molestas son aquellas que están más cerca nuestro: entre los parientes siempre hay alguno; en el trabajo no faltan; ni siquiera en el tiempo libre estamos exentos”.

Entonces, “¿qué debemos hacer?”. "¿Por qué entre las obras de misericordia está también esta?”, preguntó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.


El Papa recordó que en la Biblia “vemos que Dios mismos debe hacer uso de la misericordia para soportar los lamentos de su pueblo”.

“¿Hacemos alguna vez examen de conciencia para ver si también nosotros, en ocasiones, podemos resultar molestos a los otros?”, cuestionó. “Es fácil apuntar con el dedo contra los defectos y las faltas de los otros, pero deberíamos aprender a ponernos en el lugar del otro”, dijo.

Francisco invitó a “mirar a Jesús” porque “¡cuánta paciencia ha tenido en los tres años de su vida pública!”. “Jesús enseña a ir siempre a lo esencial y a mirar más allá para asumir con responsabilidad la propia misión. Podremos ver aquí el reclamo y otras dos obras de misericordia espiritual: la de advertir a los pecadores y la de enseñar a los ignorantes”.

“Pensemos en el gran compromiso que se puede tener cuando ayudamos a las personas a crecer en la fe y en la vida. Pienso, por ejemplo, en los catequistas –entre los cuales hay muchas madres y muchos religiosos– que dedican tiempo a enseñar a los niños los elementos básicos de la fe”. “¡Qué cansancio cuando los chicos prefieren jugar antes que escuchar el catecismo!”.

En definitiva, “acompañar en la búsqueda de lo esencial es hermoso e importante, porque nos hace compartir la alegría de saborear el sentido de la vida”.

“A menudo nos ocurre que encontramos personas que se detienen en cosas superficiales, efímeras y banales. A veces porque no han encontrado alguien que les estimulase a hacer algo distinto y a apreciar los verdaderos tesoros”.

El Pontífice explicó que entonces “enseñar a mirar lo esencial es una ayuda determinante, especialmente en un tiempo como el nuestro que parece haber perdido la orientación y perseguir la satisfacción a corto plazo”.

“Enseñar a descubrir qué quiere el Señor de nosotros y cómo podemos corresponderle significa ponerse en camino para crecer en la propia vocación, el camino de la verdadera alegría”, subrayó.

No obstante, no hay que olvidar que “la exigencia de aconsejar, advertir y enseñar no nos debe hacer sentir superiores a los otros, sino que nos obliga ante todo a entrar en nosotros mismos para verificar si somos coherentes respecto a lo que reclamamos a los otros”.

LOS TESOROS DE LA IGLESIA


Los tesoros de la Iglesia



“Los tesoros de la Iglesia no son sus catedrales, sino los pobres”, ha explicado el Papa Francisco este domingo al concluir el Jubileo de las personas socialmente excluidas, convocado al final del Año de la Misericordia.

La homilía de la celebración eucarística, en la Basílica vaticana, que acogía a seis mil personas pobres, ofreció la oportunidad a Francisco para abrir su corazón y pedir a los cristianos que hagan un examen de conciencia sobre la manera en que la Iglesia trata a los pobres.

Estas son las diez consignas que el Papa compartió con los presentes, muchos de ellos sin techo. Son la base para un examen de conciencia que debería hacer todo cristiano al final de este jubileo.

1. “¿Qué tiene valor en la vida, cuáles son las riquezas que no pasan? Está claro que son dos: el Señor y el prójimo. ¡Estas dos riquezas no pasan! Estos son los bienes más grandes que hay que amar”.

2. “La persona humana, colocada por Dios en la cumbre de la creación, con frecuencia es descartada, porque se prefieren cosas que pasan. Y esto es inaceptable, pues el hombre es el bien más precioso a los ojos de Dios”.

3. “Hay que preocuparse cuando la conciencia se anestesia y ya no se hace caso del hermano que sufre a nuestro lado, de los problemas serios del mundo, que se convierten en estribillos ya escuchados en los guiones de los telediarios”.

4. Dirigiéndose a los pobres: “Con su presencia, ustedes nos ayudan a sintonizarnos en la longitud de onda de Dios, a mirar lo que Él mira: Él no se queda en las apariencias”.

5. “¡Cuánto daño nos hace fingir que no nos damos cuenta de que Lázaro es excluido y descartado! Esto significa dar la espalda a Dios. ¡Es dar la espalda a Dios!”.

6. “Cuando el interés se concentra en las cosas que hay que producir, y no en las personas que hay que amar, nos encontramos ante un síntoma de esclerosis espiritual”.

7. “Esta es la trágica contradicción de nuestro tiempo: cuanto más aumentan el progreso y las posibilidades —algo que está bien— más aumenta el número de quienes no pueden acceder a ellos”.

8. “No podemos quedarnos tranquilos en casa, mientras Lázaro yace en la puerta: no puede haber paz en casa de quien está bien, cuando falta justicia en la casa de todos”.

9. Que el Señor libre a los hijos de la Iglesia “de los intereses y de los privilegios, del apego al poder y a la gloria, de la seducción del espíritu del mundo”.

10. “Nuestra tarea consiste en cuidar de la verdadera riqueza, que son los pobres”, “los verdaderos tesoros de la Iglesia”.


© Jesús Colina (Aleteia)

DEPRESIÓN.. QUÉ CAMINOS SEGUIR?


Depresión… ¿qué caminos seguir?



Vivimos un ritmo de actividades y de exigencias en una sociedad que tiene prisa por obtener resultados y éxito. En un mercado de trabajo altamente competitivo y desafiante, las enfermedades surgen en el ambiente profesional y preocupan a las organizaciones y a la sociedad en su conjunto.

Una de las enfermedades que llaman la atención, en este escenario, es la depresión. Considerada una de las enfermedades que han crecido de forma exponencial en los últimos años, la depresión tiene características propias y no debe ser confundida con un estado de tristeza.

Podemos pensar en la tristeza como un sentimiento que nos lleva a un proceso de reflexión, de estar quietos; sentimiento manifestado por la pérdida de alguien, por algo relacionado con el trabajo, por la decepción con alguien o la frustración de expectativas irrealizadas.

La gran diferencia es que una persona triste logra mantener su rutina diaria, su cuidado personal y hasta experimentar alegrías que surjan en ese periodo. Como hecho pasajero, ese sentimiento puede ser identificado en su origen, es decir, logramos descubrir el motivo por el cual estamos tristes.

Señales aparentes de depresión:

Cuando hablamos de depresión, las señales aparentes de desmotivación, desinterés, tristeza persistente, falta de deseo de cuidar de sí y de dar seguimiento a las actividades cotidianas, así como la sensación de ver el mundo “gris”, sin color y sin motivación, se vuelven más prolongados.

En esos casos, la intervención médica se vuelve necesaria, así como el apoyo psicológico para que la persona pueda reestructurar sus pensamientos y descubrir su forma de lidiar con la enfermedad y con la vida. Sabemos también que la espiritualidad además tiene un papel importante en la superación de cualquier enfermedad, incluso la depresión.

No olvidemos que, muchas veces, en nuestra familia, en la sociedad y entre nuestros amigos aún existe dificultad en comprender la situación por la cual una persona deprimida está pasando. También para el deprimido no es una tarea fácil aceptar la enfermedad y el tratamiento.

Lo más importante es que los tratamientos existen, y creer en la superación y en la mejoría es un paso esencial tanto para el paciente como para aquellos que conviven con él.

Los cuadros depresivos pueden durar algunos meses o ser más persistentes; en ambos casos, los enfermos pueden contar con ayuda especializada, a fin de que las sensaciones causadas por el cuadro puedan minimizarse y se obtenga una mayor calidad de vida.

Por más difícil que sea o por mayor que sea la vergüenza o el sentimiento que te esté impidiendo dar pasos para curarte, no dejes de buscar ayuda.

Un amigo, un familiar, ese médico que ya conoce un poco tu salud pueden ser los primeros a quienes pidas ayuda cuando te des cuenta de que ese cuadro de tristeza está tardando un poco más en pasar, dando señales de que va más allá de lo habitual.


© Canção Nova

EL CIELO Y LA TELE


El cielo y la tele
Atesorar para el futuro, amar ahora para amar luego, eternamente, en el cielo.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 





Por un momento nos dedicamos a “canalear”. Canal 1: noticias. Canal 2: una película del Oeste. Canal 3: un programa sobre el arte colonial. Canal 4: un “reality show”. Canal 5: un concurso de canciones. Canal 6: una telenovela. Canales 7, 8, 9: publicidad...

El dedo pasa de una tecla a otra, la televisión cambia de imágenes y de sonidos. Por más que vamos hacia atrás, hacia delante, no encontramos nada, absolutamente nada, sobre el cielo...

La televisión nos llena de imágenes de lo inmediato. Noticias de guerras, escenas de terremotos, películas de ciencia ficción más o menos realistas. Tanta imagen puede embotar nuestra capacidad de fantasía, alejarnos de lo que vale realmente. A veces somos capaces de contar con mil detalles cómo ha sido una fiesta de sociedad que nos presentaron en televisión. Pero nos sentimos incapaces de decir tres palabras sobre lo que pueda ser el cielo.

Cierto: lo que ocurre tras la muerte es invisible. Nadie nos ha contado cómo es el cielo. Podemos imaginarlo de mil maneras, pero no hay ninguna cámara televisiva en un lugar que, por ahora, nos resulta inaccesible. Quizá por eso no pensamos mucho en lo que hay después de la muerte, en lo que espera a cada hombre y a cada mujer cuando cruza la frontera.

A pesar del vacío “televisivo”, el cielo sigue “allí”. Conviene pensar en él, soñar en la vida que nos espera, planear lo que vamos a hacer la mayor parte de nuestro tiempo cuando inicie la existencia futura, la vida eterna.

Es verdad que “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman”, como decía san Pablo (1Co 2,9-13). Pero también es verdad lo que sigue en ese mismo texto de la Escritura: “Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado” (1Co 2,9-13).

Tenemos el Espíritu de Dios. Cristo, el Resucitado, nos ha enviado un Consolador. Necesitamos a veces quitar algo de tiempo dedicado a la televisión para contemplar, para suplicar, para orar y pedir luz y comprensión de las verdades decisivas, de las certezas que pueden guiar nuestra existencia, con la mirada puesta en el cielo sin dejar de tener los pies sobre la tierra.

Desde la visión de Dios nos daremos cuenta de que no podemos vivir según el espíritu del mundo (un espíritu que aparece, muchas veces, en la televisión), sino según el Espíritu de Dios. Seremos capaces, entonces, de desapegar nuestro corazón de las frágiles riquezas materiales (Lc 12,21), de todo aquello que no puede dar vida eterna.

“A los ricos de este mundo recomiéndales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en lo inseguro de las riquezas sino en Dios, que nos provee espléndidamente de todo para que lo disfrutemos; que practiquen el bien, que se enriquezcan de buenas obras, que den con generosidad y con liberalidad; de esta forma irán atesorando para el futuro un excelente fondo con el que podrán adquirir la vida verdadera” (1Tm 6,17-19).

Atesorar para el futuro, amar ahora para amar luego, eternamente, en el cielo. No lo hemos visto (ni lo veremos) nunca en la pantalla de nuestro televisor. Pero con la luz de la fe, con la certeza del amor, con la alegría de la esperanza, nuestros corazones serán capaces de soñar en ese encuentro, eterno, dichoso, con un Padre que nos ama con locura.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 16 DE NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 16



Hoy quiero entonar el salmo del agua cristalina y fugaz.
“Quiero ser como el agua, que sirve gozosa a los hijos de Dios. Quiero ser como el agua que calma la sed del sediento, sin fijarse si es hombre de ciencia, de poca cultura, de blanco o de color negro.
Quiero ser como el agua, que es de todos y todos la poseen, la beben, la gustan, la utilizan; a todos refresca, los limpia y fecunda.
Quiero ser como el agua que canta sonora sus silbos brillantes y desliza sus hilos por peñas y arroyos, llevando la vida, el frescor y la alegre canción”.
Eso ha de ser mi vida: agua. Agua que limpia los cuerpos y lustra las almas con luz bautismal.
Y agua que fecunda y da vida, la vida de gracia que el buen Dios nos da.
Por el bautismo… el hombre se incorpora realmente a Cristo crucificado y glorioso, y se regenera para el consorcio de la vida divina, según las palabras del Apóstol: “En el bautismo fueron sepultados con Él, y con Él resucitaron,  por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos” (Col 2,12).


* P. Alfonso Milagro

BUENOS DÍAS!!


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